sábado, 19 de septiembre de 2009
¿Por qué no tenemos República?
He estado pensando por qué los proyectos republicanos fracasan en Latinoamérica. Se que ésta es una pregunta ambiciosísima, pero entre mis reflexiones y diálogos internos he llegado a algunas conclusiones que me gustaría compartir, y para el interés de esta nota me referiré sólo a Venezuela que es el caso que realmente conozco. La gran dificultad que se nos presenta se debe, de acuerdo a mis modestas conclusiones, a tres grandes divisiones en nuestra sociedad, que nos impiden crear la cohesión necesaria para formar una verdadera república de ciudadanos y no intentos esporádicos de libertad, seguidos de tiranías demagógicas, dictaduras militares o guerras civiles. Estas tres divisiones son:
a) El abismo ideológico entre los pobres y la clase media. Entiéndase que este abismo se debe menos a las diferencias de las condiciones materiales entre ambas clases que a las diferencias ideológicas que se derivan al pertenecer a alguna de éstas clases. De ésta manera revierto completamente el análisis marxista.
b) La división, e inclusive alienación entre el mundo civil y la "casta militar". La sola existencia de una casta militar es contraria con la seguridad de una república democrática, que exige más una defensa de civiles armados que de un ejército profesional.
c) La enfermiza división entre partidos políticos y sociedad. La idea de que los partidos son el mecanismo de comunicación entre pueblo y Estado, como si el Estado fuera una entidad separada del pueblo, es una falacia. Primero porque conceptualmente el Estado no puede estar separado del pueblo, y segundo, de estarlo, es una vil mentira que los partidos (al menos en Venezuela) de hecho sean un mecanismo de comunicación entre ambas entidades.
Voy sólo a desarrollar un poco mis ideas con respecto al punto "a". Más allá de las diferencias materiales que existen entre la clase media y los pobres en Venezuela, lo que realmente nos separa es un abismo ideológico. Este abismo se constituye de una premisa típicamente burguesa de que el tener más posesiones materiales te hace mejor persona, y que la adquisición de éstas posesiones se haya dado legalmente. Claro, la clase media se considera mejor que los pobres, aunque lo oculten con prejuicios como los derechos humanos o la igualdad ante la ley. En el fondo, en sus emociones e inclinaciones irracionales no se sienten igual y desprecian al pobre, le temen y le odian. No nos caigamos a mentiras; yo detecto éstos prejuicios en mi propia familia, en mis amigos, entre mis colegas y mis compañeros, y en mí mismo en algunos momentos. Entonces la idea de igualdad es de la boca para afuera e internamente sentimos un profundo desprecio por los pobres.
Dos son los resultados de esta ideología de clase media: la marginalidad en las maneras de los pobres, ya bien sea como mecanismo para diferenciarse y de individuación; o, lo que es más probable, por el hecho de estar separados en el sistema de educación (la clase media en colegios privados y los pobres en liceos públicos). El segundo resultado es el recentimiento, ya que la ideología de clase media los afecta a la inversa: tienen menos y se sienten inferiores. A su vez estas maneras de ser de los pobres fortalecen la ideología de clase media en un círculo perpetuo de alienación entre los dos sectores. El resultado es una sociedad dividida.
Esta división es aliementada por las ideas de izquierda, que al creer que lo bueno sería igualar materialmente a todos los venezolanos, idea que es totalmente imposible de lograr empíricamente, refuerza la convicción de los pobres de que son de hecho diferentes a la clase media, cuando en realidad no lo son (el mismo argumento lo usa la clase media pero a la inversa). ¡Y es increíble como ellos lo siguen creyendo! ¡De verdad lo creen, es de lo más frustrante! ¿Que logran con sus ideas al darle mayor importancia a las diferencias materiales que a la necesidad de unidad ideológica entre las dos clases? Profundizar el ciclo de alienación que comenté anteriormente.
Necesitamos algunas cosas muy importantes. Primero salir del mito de acabar con la pobreza tan sembrado en nosotros por la izquierda, y plantearnos el objetivo más modesto de acabar con la miseria de los pobres. Así los pobres dejarán de vivir en miseria y su pobreza sólo será relativa a la riqueza de la clase media. ¿Por qué es malo o injusto que hayan diferencias materiales? ¡Esto es un prejuicio! Con tal de que grandes sectores no padezcan de la miseria, y existan mecanismos que faciliten el ascenso social, por qué pedir más cuando no se puede. Hasta que no dejemos de creer que el objetivo es igualarnos materialmente (el sueño comunista de Carlos Marx), no podremos de hecho superar nuestra división y de hecho salir de la miseria. Y segundo debemos consolidar una ideología política común entre pobres y clase media. Reducir a su mínima expresión razonable la brecha ideológica entre pobres y clase media, para que nos demos cuenta que de hecho somos iguales y que la diferencia de nuestras posesiones no valen nada ni importan nada cuando todos somos ciudadanos libres de una república. ¿Cómo se logra ésto? Bueno, hay que acabar con esa ideología de clase media, y los medios para acabar con ella nunca serán satisfactorios para esa clase media, que dentro de todo quiere seguir creyendo en su fuero interno que es superior.
Educación, diría yo. Una reforma educativa ambiciosa que acabe con esa pretención burguesa de educar profesionales eficientes, cuando lo que realmente debemos educar es a buenos ciudadanos. Educar profesionales es tarea de las universidades, cuando los colegios lo que deben es educar ciudadanos. Con ese sistema de educación tan equivocado lo que logramos es preparar a aplicantes a universidad. Los que no logran convertirse en buenos aplicantes, muchos de ellos provenientes de liceos públicos que no les dan las herramientas para competir, no logran ni ser profesionales, ni ser buenos ciudadanos. El resultado: lumpen. Pobres que no son buenos ciudadanos y que se diferencian aún más ideológicamente de la clase media precisamente por esta deficiencia en el sistema de educación.
Dejemos de pensar en tanto socialismo; dejemos de pensar tanto en esa "Cuestión Social" tan dañina y equivocada.
Pensemos en libertad. Pensemos en república.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario