domingo, 30 de noviembre de 2008

Sueño con Roma.

Anoche soñé con Roma. Recuerdo haberme estado moviendo por el aire, en una avenida de tierra repleta de ciudadanos antiguos, en una suerte de celebración, como un triunfo (la celebración de bienvenida de un general y su ejército luego de alguna victoria militar sobresaliente). La avenida era muy ancha, y el papelillo inundaba el ambiente. Los edificios eran gigantescos, pero recuerdo que me resultaron extraños. Su arquitectura era de tipo arcaica micénica, como la arquitectura de Troya en la película de Brad Pitt. Estos inmensos edificios color bronce se distanciaban uno de otro por calles que confluían en la avenida. Mientras me desplazaba por el aire, por fin entré en el foro. Recuerdo haber visto una colina a la izquierda del foro, y deduje en el sueño que era el Palatino. Se veía despoblado, pero luego vi algunos templos de arquitectura clásica.
El foro estaba repleto de gente, pero más ciudadano entraban a él por la avenida, y por lo que parecía ser un inmenso arco de triunfo a la derecha. Mientras me colaba entre la gente, me acerqué hacia el fondo del foro donde encontré al pontífice máximo con otros sacerdotes, y para mi desagradable sorpresa era Hugo Chávez. Huí entre la gente.
Pero luego comenzó una suerte de ritual en el que todos nos acostamos en el suelo boca arriba, y alzábamos las piernas en una suerte de danza con cantos. Recuerdo haber estado vestido con una toga blanca o de colores, como los antiguos se vestían para las ceremonias religiosas. Luego al levantarme comenzaron a traer comida, entre ello cerdo y distintas carnes. Los alimentos se veían tremendamente suculentos y recuerdo haber sentido las ganas de comer. Las comidas se distribuyeron por el foro y la gente se preparaba para comer en grupos, igual que las comidas conjuntas que se practicaban en Esparta, y en todas las demás ciudades griegas con menos frecuencia que en Laconia y Creta, pero que incluso también se practicaban en Roma en las festividades religiosas. Luego de haberme paseado por el foro observando los distintos manjares, pues no recuerdo más...
Lo que más me sorprende fue el papel que Chávez jugó en la historia. Este sueño: ¿Qué habrá significado?

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mis dos caras de gémini.

Una vez uno de mis grandes amigos me dijo que yo cambiaba mi forma de ser siempre que cambiaba mi entorno, como si me adaptara al ambiente y mi personalidad fuese una distinta a la anterior. No crean que sufro de identidad disociada ni nada por el estilo. Sino que es normal en una persona gemini el ser cambiante y adaptable a las situaciones más extrañas y diferentes. Y en este orden de cosas he buscado conocerme mejor y creo que puedo reducir mis cambios de carácter a dos grandes ramas: la que presento a todos, con la que me muestro al público, cuando interactúo en sociedad y me integro con las personas; soy una persona amistosa, risueña, trato de ser chistoso, y presentarme como una persona alegre, con la que se puede hablar de cosas interesantes. Cuando me muestro con este rostro trato de escuchar a las personas, tiendo a ser menos egolatra y a prestarle atención a los problemas de la gente, incluso para sugerir y aconsejar. Soy lo que comúnmente se conoce como "pana". Yo con este rostro soy "pana".
Pero entonces está el otro rostro, uno que sólo mis amigos, mi familia y algunos otros (des) afortunados conocen. El de una persona que trata de ser racional, de pensarlo todo desde una perspectiva filosófica, y que tiende a los monólogos pedagógicos. Con este rostro soy de un humor más cínico, algo chocante quizá, y cuando estoy en soledad tiendo a estar de mal humor. Más bien resulto distante, arrogante, mi paciencia es muy limitada. Este es un rostro pesimista, altamente introspectivo, que disfruta mucho de la soledad, de leer, de pensar, de escribir como lo hago ahora; este es un rostro que pasa el tiempo jugando con su imaginación, creando mundos y soñando con los antiguos.
Yo he buscado entonces dar cuenta de dos aves que puedan expresar estos dos rostros. Aquél por como me conocen la mayoría de las personas, el otro por el que me conozco más que nadie, yo mismo, como yo siento que soy de verdad. Estas dos aves son el loro verde y el búho real o cornudo. Veo en ellos el arquetipo de mis dos rostros, la manera como siento que me desdoblo.

Lo curioso es que siento que el búho es más real que el loro. Lo siento más parecido a mí, me identifico más con él. Cuando estoy en soledad, introspectivo en mi mundo mental me siento más real, como si el loro fuera una mera apariencia. ¿Pero quién soy yo? Ahora me acuerdo de un debate que plantea Hanna Arendt en su libro Sobre la Revolución; dice que hay dos grandes paradigmas filosóficos de como el individuo puede ser para él y para los demás: el primero es dado por Sócrates que dice que uno debe ser como uno quiere que los demás lo vean a uno, mientras que para Maquiavelo uno debe aparentar ser aquello que uno quiere ser. Existe una unidad del sujeto entre lo que es y lo que aparenta en la visión cristiana de Maquiavelo, mientras que la visión precristiana de Sócrates lo hace plantear una diferencia, una partición del ser entre lo que realmente es y su representación, su apariencia. Admito que me siento mejor explicado por la teoría de Sócrates.
De esta manera puedo decir que el búho es quien soy de verdad y el loro es mi disfraz social. ¿Pero cómo puedo yo asegurar que sea más uno que el otro? ¿Cómo pruebo que uno es una apariencia y el otro no? Muy bien puede ser al revés, o ambos ser reales. ¿Qué criterio me hace a mí pensar que el búho es real y el loro no? No tengo respuesta clara.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Del Pesimismo al Nihilismo

1

A estos tiempos hemos llegado en que ninguna gloria, ninguna fortaleza, ninguna audacia es tomada por buena. Pretender lo grande es pretender lo odiado, por aquellos pequeños que recelan la grandeza ajena. Se impuso el modelo igualitario, se impuso la justicia de las masas, se impuso: la democracia.


2

Llegará el momento, y no muy lejano, en que el modelo democrático y sus ínfulas de progreso desencadenen su propia aniquilación. Progreso, la imagen mítica de la perfectibilidad humana, su valoración alocada de la vida y su desprecio negligente por la muerte; no ha sido más que la muerte de los grandes por la vida de los miserables. La democracia, la toma del poder por los más ineptos, los no pensantes, los mediocres, los menos malos.


3

¿Hasta dónde llega todo esto? ¿Cuánto más del transcurrir del sueño igualitario? ¡Esa gran mentira! ¡Gran ilusión! Hay una verdad del ser humano: su infinita desigualdad, su cruel realidad estratificada, su condición de subordinado a las dos fuerzas; a la naturaleza y al ser humano, a sí mismo; su propio amo es su propio esclavo. La explotación del hombre por el hombre, su ley universal de subsistencia, de convivencia, su condición inamovible, indestructible; sólo variable en la historia, en su modo, no en su esencia; la expresión de su gigantesca miseria material: su necesidad, su dependencia de lo externo. La revolución, el sueño iluso, su reacción de violencia, de frustración, frente a la miseria de su existencia y su impotencia para trascender, su fin, la nada.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Poema Nostálgico


Cómo es que en vida se añora al pasado,

Cómo es que en vida se odia al Estado,

Revivo en mi mente a antiguo Plutarco,

Al viejo Polibio y al tirano de Octavio.

Despierto en presente sin honor ni pasado,

Sin victoria, sin lo bello, sin lo grande, sin lo honrado,

Siempre el dinero es el fin más añorado,

Las gestas pasadas en recuerdo se han quedado,

El dulce comercio en todo se ha engrandado,

Roma aplastada ante miserable Cartago.


Cuento mi historia sin ánimo ideologizado,

Frente a pantalla queriendo ser escuchado,

Soñando en el tiempo que ya se ha largado,

Maldigo la tierra que tanto se ha desarrollado,

La existencia sólo un rumbo ha tomado,

El letargo camino a la muerte sin retraso,

Entre vidas que sueñan belleza sin acabo,

Belleza de piel y hueso, no virtud, todo arrasado,

Y yo en el medio quedo impresionado,

Del mundo que hoy tan diferente ha resultado,

Que tanto se cree que a mejor se ha llegado,

Tanto que chillan que libertad se ha alcanzado,

Sólo el capricho se ha independizado,

Sólo el hedonismo se ha dogmatizado,

Olor a virtud se ha rechazado,

Y Dios con ella ha quedado enterrado.


Cuentan la historia Livio y Plutarco,

De un pueblo que ya tiempo se ha retirado,

Su recuerdo con grandeza nos han facilitado,

La historia contempla de orgullo y agrado,

La legión del grande Escipión Africano,

Que a Aníbal en Zamma haber enfrentado,

Y el dulce comercio cedió como esclavo,

Al poder imperioso de un pueblo soberano,

Cuyo principio supremo era el ser republicano.


Liberal y emotivo el mundo se ha degradado,

Compromiso y deber han quedado relegados,

República, tradición: han sido mutilados.

Yo; yo; yo soy lo que hay determinado,

Nosotros; nosotros; ya ni considerados

¿Quiénes somos nosotros los olvidados?

Los que en comunidad habremos querido ser engendrados,

Gente valiente que ni en peste ni en guerra huyan acobardados,

Que el dominio e imperio no los hayan avergonzado,

Pues de prueba les sirva que soberanos se han transformado,

Que los grandes y fuertes siempre han gobernado,

De llanto y queja se arropan los que han sido derrotados.


Los que la Fortuna ella ha privilegiado,

Ellos jamás han de rechazarla mal educados,

Más sólo aceptar su destino manifestado,

Señores, ciudadanos, ustedes han sido seleccionados,

La libertad se paga con defenderla inagotados,

A los pueblos esclavos sometedles sin cuestionarlo,

Como el Senado en los tiempos del imperio romano,

Cuando el brillante Barca los Alpes haber cruzado,

En nombre del comerciante y bárbaro Cartago,

A orillas del Trebia primero hubo triunfado,

Luego en el lago haber romanos asesinado,

Marchando impune por suelo italiano,

Incluso a Roma llegó a haber asediado,

Para en Cannas haber a los Cónsules aplastado,

Y ochenta mil jóvenes la muerte haber encontrado.


Levanten airados a un héroe vitalizado,

No tiemblen, no cedan, no sean derrotados,

No padezcan enfermedad de europeo cansado,

Eleven con gloria a su Escipión el Africano,

En la vida no todo es bienestar materializado,

Libertad de conciencia y colectivo organizado,

A la guerra marchad, estandarte recién elevado,

Si el otro es humano poco ha importado,

La historia no trata derechos humanos,

Fortuna concede paz al que ha conquistado,

Y a casa vuelve con trofeo muy bien remunerado.


Así Escipión en España hubo marchado,

Asdrúbal no pudo, y fue derrotado,

Aníbal e Italia: conflicto no solucionado,

El Cónsul Romano en África hubo desembarcado,

A bella Cartago, a ella hubo contemplado,

Y Aníbal marchó de Italia todo desalentado,

Los dos pueblos finalmente se hubieron encontrado,

En batalla final que todo determinó finalizado,

No fuera de Roma, gracias a Africano,

En desierto ambos generales ya determinaron,

La paz imposible por acuerdo humanitario,

Con sangre y victoria todo ha de ser aplacado,

La tormenta en un momento hubo acabado,

Cuando Escipión venció a Aníbal de Cartago.


Así acaba la historia de un pueblo derrotado,

Y de otro que en victoria el mundo ha conquistado,

Su recuerdo ha nosotros ha sido heredado,

Nosotros olvidamos y el hedonismo rescatamos.

domingo, 9 de noviembre de 2008

HBO's John Adams

Anoche tuve la oportunidad de ver el segundo episodio de la serie de HBO, John Adams. No solo me sorprende por lo maravilloso de su producción, como son también los casos de Roma, Band of Brothers, Generation Kill, entre otras. Fijense que en las cuatro series la guerra juega un papel central.

En fin, lo que quería comentar sobre la serie es lo interesante que me resultó el planteamiento de los personajes. Casi como una exposición de arquetipos psicológicos envueltos en un drama histórico; la Revolución americana. Por una parte tenemos a John Adams (Paul Giamatti), el protagonista, un hombre enérgico, de convicción e integridad protestante. Es el típico líder carismático, el hombre que con acciones impulsa los eventos y alienta a los pueblos al objetivo común. Un personaje arriesgado, aventurero, pasional, quizá algo negligente, pero con la fortaleza de carácter para encarar el drama que se ceñía sobre los sencillos colonos de Massachusetts. Sin el hombre pragmático, idealista, inspirador, con fortaleza de espíritu, ninguna revolución se puede consumar.

Además tenemos al interesante y elocuente Benjamín Franklin (Tom Wilkinson), el que parece tener una frase inteligente para cada situación. A diferencia de Adams, Franklin es prudente, reflexivo, paciente. Su inteligencia, experiencia y prestigio lo hacen una figura de consenso, un revolucionario de corazón pero un hábil político que trabaja mejor tras bastidores que en el escenario.

Dickinson (Željko Ivanek), hábil orador, enérgico oponente de las ideas independentistas y de Adams. Aunque parece un villano que se pliega cobardemente a los ingleses, uno descubre que hay más una responsabilidad de prudencia y salvación de sus representados colonos de Pensilvania que una agenda oculta favorable a los intereses ingleses. Es un conservador que teme la inseguridad de los acontecimientos. Muchos somos como él más de una vez.

Por supuesto George Washington (David Morse) es un militar sobrio, silencioso, honesto, honorable y de convicción patriótica. Aunque a primera vista se pueda ver como favorable a los ingleses, tan sólo necesitó del liderazgo pasional de Adams para despertar su deseo independentista.

Pero el personaje que más atención me llamó fue Thomas Jefferson (Stephen Dillane). Siempre he admirado a Jefferson, no sólo por ser el redactor de la Declaración de la Independencia, sino por la profundidad de su pensamiento político. Un hombre callado, tímido, de pocas palabras, casi misterioso. A Adams le resultó complicado hacerlo hablar, conocer su opinión, pero fue precisamente por ese motivo, por su carácter pasivo, altamente reflexivo, lo que lo llevó a pedirle la redacción de la Declaración. ¿Por qué? Veía en él la mente necesaria para escribir con la fuerza de la pasión, la razón de los argumentos y la osadía de un inventor. Aunque no parezca un político muy hábil, su pensamiento expresado en sus escritos lo convirtió en el gran autor intelectual de la independencia, con quien no se hubiera podido tener una revolución exitosa. Para quienes creen que el pensamiento sin acción es espurio, pienso que es una opinión equivocada. Muy pocas veces se concentra el genio intelectual con el hábil político en una sola persona (casos aislados hay como Cicerón o Lenin). Adams, como hombre de acción supo capturar la mente creadora y original que le diera el respaldo filosófico que tanto necesitaba para su revolución. Igual que necesitó del genio militar de Washington, como del prestigio de Franklin. El papel de Jefferson fue darle a una revolución totalmente novedosa el peso de los argumentos hecho textos. Y tan responsable fue Jefferson en su labor que va a insistir con respecto a la Declaración que “cada palabra fue cuidadosamente escogida.”

Lo que quiero es recomendarles esta serie de televisión tan productiva y hermosa e invitarlos a verla con ojos creativos y arqueológicos, pues se trata de una serie con mucha profundidad detrás de la estética de la imágen histórica.