Cómo es que en vida se añora al pasado,
Cómo es que en vida se odia al Estado,
Revivo en mi mente a antiguo Plutarco,
Al viejo Polibio y al tirano de Octavio.
Despierto en presente sin honor ni pasado,
Sin victoria, sin lo bello, sin lo grande, sin lo honrado,
Siempre el dinero es el fin más añorado,
Las gestas pasadas en recuerdo se han quedado,
El dulce comercio en todo se ha engrandado,
Roma aplastada ante miserable Cartago.
Cuento mi historia sin ánimo ideologizado,
Frente a pantalla queriendo ser escuchado,
Soñando en el tiempo que ya se ha largado,
Maldigo la tierra que tanto se ha desarrollado,
La existencia sólo un rumbo ha tomado,
El letargo camino a la muerte sin retraso,
Entre vidas que sueñan belleza sin acabo,
Belleza de piel y hueso, no virtud, todo arrasado,
Y yo en el medio quedo impresionado,
Del mundo que hoy tan diferente ha resultado,
Que tanto se cree que a mejor se ha llegado,
Tanto que chillan que libertad se ha alcanzado,
Sólo el capricho se ha independizado,
Sólo el hedonismo se ha dogmatizado,
Olor a virtud se ha rechazado,
Y Dios con ella ha quedado enterrado.
Cuentan la historia Livio y Plutarco,
De un pueblo que ya tiempo se ha retirado,
Su recuerdo con grandeza nos han facilitado,
La historia contempla de orgullo y agrado,
La legión del grande Escipión Africano,
Que a Aníbal en Zamma haber enfrentado,
Y el dulce comercio cedió como esclavo,
Al poder imperioso de un pueblo soberano,
Cuyo principio supremo era el ser republicano.
Liberal y emotivo el mundo se ha degradado,
Compromiso y deber han quedado relegados,
República, tradición: han sido mutilados.
Yo; yo; yo soy lo que hay determinado,
Nosotros; nosotros; ya ni considerados
¿Quiénes somos nosotros los olvidados?
Los que en comunidad habremos querido ser engendrados,
Gente valiente que ni en peste ni en guerra huyan acobardados,
Que el dominio e imperio no los hayan avergonzado,
Pues de prueba les sirva que soberanos se han transformado,
Que los grandes y fuertes siempre han gobernado,
De llanto y queja se arropan los que han sido derrotados.
Los que
Ellos jamás han de rechazarla mal educados,
Más sólo aceptar su destino manifestado,
Señores, ciudadanos, ustedes han sido seleccionados,
La libertad se paga con defenderla inagotados,
A los pueblos esclavos sometedles sin cuestionarlo,
Como el Senado en los tiempos del imperio romano,
Cuando el brillante Barca los Alpes haber cruzado,
En nombre del comerciante y bárbaro Cartago,
A orillas del Trebia primero hubo triunfado,
Luego en el lago haber romanos asesinado,
Marchando impune por suelo italiano,
Incluso a Roma llegó a haber asediado,
Para en Cannas haber a los Cónsules aplastado,
Y ochenta mil jóvenes la muerte haber encontrado.
Levanten airados a un héroe vitalizado,
No tiemblen, no cedan, no sean derrotados,
No padezcan enfermedad de europeo cansado,
Eleven con gloria a su Escipión el Africano,
En la vida no todo es bienestar materializado,
Libertad de conciencia y colectivo organizado,
A la guerra marchad, estandarte recién elevado,
Si el otro es humano poco ha importado,
La historia no trata derechos humanos,
Fortuna concede paz al que ha conquistado,
Y a casa vuelve con trofeo muy bien remunerado.
Así Escipión en España hubo marchado,
Asdrúbal no pudo, y fue derrotado,
Aníbal e Italia: conflicto no solucionado,
El Cónsul Romano en África hubo desembarcado,
A bella Cartago, a ella hubo contemplado,
Y Aníbal marchó de Italia todo desalentado,
Los dos pueblos finalmente se hubieron encontrado,
En batalla final que todo determinó finalizado,
No fuera de Roma, gracias a Africano,
En desierto ambos generales ya determinaron,
La paz imposible por acuerdo humanitario,
Con sangre y victoria todo ha de ser aplacado,
La tormenta en un momento hubo acabado,
Cuando Escipión venció a Aníbal de Cartago.
Así acaba la historia de un pueblo derrotado,
Y de otro que en victoria el mundo ha conquistado,
Su recuerdo ha nosotros ha sido heredado,
Nosotros olvidamos y el hedonismo rescatamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario