domingo, 9 de noviembre de 2008

HBO's John Adams

Anoche tuve la oportunidad de ver el segundo episodio de la serie de HBO, John Adams. No solo me sorprende por lo maravilloso de su producción, como son también los casos de Roma, Band of Brothers, Generation Kill, entre otras. Fijense que en las cuatro series la guerra juega un papel central.

En fin, lo que quería comentar sobre la serie es lo interesante que me resultó el planteamiento de los personajes. Casi como una exposición de arquetipos psicológicos envueltos en un drama histórico; la Revolución americana. Por una parte tenemos a John Adams (Paul Giamatti), el protagonista, un hombre enérgico, de convicción e integridad protestante. Es el típico líder carismático, el hombre que con acciones impulsa los eventos y alienta a los pueblos al objetivo común. Un personaje arriesgado, aventurero, pasional, quizá algo negligente, pero con la fortaleza de carácter para encarar el drama que se ceñía sobre los sencillos colonos de Massachusetts. Sin el hombre pragmático, idealista, inspirador, con fortaleza de espíritu, ninguna revolución se puede consumar.

Además tenemos al interesante y elocuente Benjamín Franklin (Tom Wilkinson), el que parece tener una frase inteligente para cada situación. A diferencia de Adams, Franklin es prudente, reflexivo, paciente. Su inteligencia, experiencia y prestigio lo hacen una figura de consenso, un revolucionario de corazón pero un hábil político que trabaja mejor tras bastidores que en el escenario.

Dickinson (Željko Ivanek), hábil orador, enérgico oponente de las ideas independentistas y de Adams. Aunque parece un villano que se pliega cobardemente a los ingleses, uno descubre que hay más una responsabilidad de prudencia y salvación de sus representados colonos de Pensilvania que una agenda oculta favorable a los intereses ingleses. Es un conservador que teme la inseguridad de los acontecimientos. Muchos somos como él más de una vez.

Por supuesto George Washington (David Morse) es un militar sobrio, silencioso, honesto, honorable y de convicción patriótica. Aunque a primera vista se pueda ver como favorable a los ingleses, tan sólo necesitó del liderazgo pasional de Adams para despertar su deseo independentista.

Pero el personaje que más atención me llamó fue Thomas Jefferson (Stephen Dillane). Siempre he admirado a Jefferson, no sólo por ser el redactor de la Declaración de la Independencia, sino por la profundidad de su pensamiento político. Un hombre callado, tímido, de pocas palabras, casi misterioso. A Adams le resultó complicado hacerlo hablar, conocer su opinión, pero fue precisamente por ese motivo, por su carácter pasivo, altamente reflexivo, lo que lo llevó a pedirle la redacción de la Declaración. ¿Por qué? Veía en él la mente necesaria para escribir con la fuerza de la pasión, la razón de los argumentos y la osadía de un inventor. Aunque no parezca un político muy hábil, su pensamiento expresado en sus escritos lo convirtió en el gran autor intelectual de la independencia, con quien no se hubiera podido tener una revolución exitosa. Para quienes creen que el pensamiento sin acción es espurio, pienso que es una opinión equivocada. Muy pocas veces se concentra el genio intelectual con el hábil político en una sola persona (casos aislados hay como Cicerón o Lenin). Adams, como hombre de acción supo capturar la mente creadora y original que le diera el respaldo filosófico que tanto necesitaba para su revolución. Igual que necesitó del genio militar de Washington, como del prestigio de Franklin. El papel de Jefferson fue darle a una revolución totalmente novedosa el peso de los argumentos hecho textos. Y tan responsable fue Jefferson en su labor que va a insistir con respecto a la Declaración que “cada palabra fue cuidadosamente escogida.”

Lo que quiero es recomendarles esta serie de televisión tan productiva y hermosa e invitarlos a verla con ojos creativos y arqueológicos, pues se trata de una serie con mucha profundidad detrás de la estética de la imágen histórica.

No hay comentarios: