Yo no soy fanático del siglo XX, y mucho menos de la historia de nuestros días. Como muchos sabrán, y otro habrán deducido, lo mío es la Antigüedad. Sin embargo hay un período del siglo XX que, junto con la Revolución Francesa, las Guerras de Religión y el Bajo Renacimiento Italiano, considero que se encuentran en los períodos climáticos de la historia del Occidente moderno. El período que se comprende entre los años de 1917 y 1945.
Enumeremos los acontecimientos que a mi parecer son los más fascinantes:
1) La Revolución Rusa y el surgimiento del stalinismo. (Na guevonaa).
2) Auge y caída de la República de Waimar y el surgimiento del nazismo. (¿Qué más quieres?).
3) Auge del fascismo en Italia. (Divertidísimo).
4) Auge del Imperio del Japón. (Peligrosísimo).
5) Crack del 29 y el New Deal de F. D. Roosevelt (Lamentable).
6) Decadencia del Imperio Británico. (Ya era hora).
Yo soy de aquellos a los que le aburre mucho la Guerra Fría y ese mundo que juega al teatro en la Naciones Unidas. Sin embargo hablemos de éste período que lo veo tremendamente más interesante, en parte por la bulliciosa, truculenta y turbulenta sociedad de ese tiempo. Es un período que se inicia con los catastróficos resultados de la Primera Guerra Mundial, y cuyo primer acontecimiento sobresaliente es la revolución en Rusia, la guerra civil que se desata allí y el triunfo de los bolcheviques. ¡Que locura!
Luego la República de Waimar es un desastre político y económico, pero Alemania vivió en este paríodo uno de los auges culturales y científicos más grandes de su historia, superando con creces al resto del mundo en estas áreas. Luego su disolución trágica, el nacionalsocialismo y su posterior evolución en el monstruoso y muy desagradable proyecto racial del nazismo (evolución posterior a la muerte de Rhöm).
El auge del Keynesianismo en la economía como solución al Crack del 29 en Estados Unidos, el gobierno populista de F. D. Roosevelt y el surgimiento del Estado Social de Derecho (burocracia, centralismo, big government; en fin, el triste debilitamiento de la democracia norteamericana). Y bueno, la lucha entre los Estados Unidos y el creciente Imperio del Japón por la dominación del Pacífico.
Para no olvidar los acontecimientos en Italia, el liderazgo demagógico de Mussolini acaba por el momento con el sueño liberal del parlamentarismo. Por supuesto con las tristes consecuencias de un régimen populista y tiránico, pero al menos Italia dejó de ser un país aburrido.
Este período con su efervescencia que lo caracteriza, el choque entre fuerzas espirituales como el nacionalismo, la cultura burguesa y el socialismo, las rencillas entre pueblos y el desbarajuste ocasionado por el Tratado de Versalles concluye con broche de oro. Lo que comenzó con la guerra más violenta que había visto la humanidad hasta entonces, se cierra con otra guerra aún más violenta, más feroz y con crece más irracional. Es ilustrativo e interesante ver el fin de este período con la conquista de Berlín por el Ejército Rojo y la detonación de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, secuelas violentas de lo que fue un período confuso, caótico, peligroso, feroz, inhumano, y por ello con una energía y vitalidad que raras veces se dan en la historia del ser humano.
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