miércoles, 30 de septiembre de 2009

El Delirio Sexual de los Tiranos.


Anoche estaba leyendo Suetonio cuando me encuentro con un pasaje revelador. Nuestro autor relata la biografía de Julio César, que con 34 años cumplidos fue escogido para el cargo de cuestor (magistrado que se encargaba de las finanzas de un ejército o una provincia, pero también eran seleccionados por los cónsules para investigar casos criminales en calidad de jueces sustitutos) por primera vez, en el año 68 a.C., y le tocó en suerte cumplir su magistratura en Hispania. Estando en su provincia es cuando ocurre el famoso momento en el que se encontró con una estatua de Alejandro Magno en un templo de Hércules, y "entonces se puso a gemir y, como arrepentido de su desidia, porque, según él, no había realizado aún nada memorable a la edad en que ya Alejandro había sometido el orbe terrestre..."(SUET, Vida de los doce Césares, Libro I, 7, 1). Vaticinios de una ambición desenfrenada cuya influencia rezonaría por muchos siglos más que la del propio Alejandro.
El punto es que en su delirio pide volver a Roma, y entonces tiene un sueño muy peculiar. "Además, los adivinos le hicieron concebir las más altas esperanzas cuando, sumido en la confusión por el sueño de la pasada noche (pues, mientras dormía, había soñado que violaba a su madre), lo interpretaron como un presagio del dominio del globo terráqueo, puesto que la madre que había visto sometida a él no era otra que la tierra, considerada madre de todas las criaturas." (Ibid, 7, 2). ¡¿Qué tal?!
Claro, la madre también puede ser entendida como la madre patria, y para un romano de medidados del siglo I antes de Cristo, cuya patria se había extendido por todo el mundo civilizado de la Antigüedad, violar a dicha madre sería violar a toda la civilización.
Pero lo que más me gustó de éste pasaje no fue sólamente ésa interpretación. Me pareció fabulosa la metáfora del tirano como un violador de su república, como un hijo que viola a su propia madre. La metáfora, ¡soñada por el propio César!, no es más que el indicador de que todo tirano no es más que un violador; además violador de la madre que todos los ciudadanos libres tenemos en común: nuestra república. Y ésto es totalmente ilustrador. En las cárceles los delincuentes más repudiados e incluso ejecutados por los demás reos son los violadores. Se entiende que éstos son los más repugnantes de los criminales comúnes. ¿Y en la política, no son los tiranos los delincuentes más repugnantes? ¿Los corruptos más detestables? ¿Los egolatras más despreciables?
A los ciudadanos que viven libres e iguales, la gran madre de todos es la República, la Ley es la suprema de las tutoras. Cuando la Fortuna en una jugada rencorosa, o la Historia en una sentencia dilapidante, permite que algunos de sus hijos se eleven en fuerza y poder hasta un punto en el que, sumado a la completa falta de escrúpulos y a la ambición más dañina, son capaces de hacerse tiranos, todos vivimos en una familia cuya madre ha sido violada por uno de nuestros hermanos.
Julio César; uno de los personajes más infames de la historia de Roma, junto con otros que por sus inclinaciones más extravagantes se hicieron más odiados por la historia (un Calígula, un Nerón, un Cómodo). Luego familias enteras de violadores como los Medici. Es Bonaparte el violador más grande de Francia, como Hitler, el violador más macabro de Alemania.
América Latina parece un continente donde gobiernan los violadores. Donde nombres como Castro y Pinochet suenan a horror, entre otros. Y Venezuela, nuestra Venezuela, luego de décadas siendo una madre república mínimamente respetada y honorada, vuelve a ser víctima de la violación más desagradable y hedionda, por un delincuente tan sórdido como lo es Hugo Chávez. ¿Cuántos años más debemos soportar un flagelo tan triste a nuestra madre patria?

6 comentarios:

Igor Zurimendi dijo...

Aunque, como bien sabes, esté en desacuerdo con mucho de lo que dices (tu despotrique contra los libertarios, por ejemplo, en el que además exageras mucho su popularidad), me alegra saber que estés escribiendo con bastante seriedad. Con respecto a César, de lo que tengo entendido mucha de la historia posterior está irremediablemtne parcializada, con lo que quizás no sea lo mejor basarse en sus juicios como juzgarlo a él. Yo todavía no tengo demasiado claro que opinar de él. Saludos.

Thaelman dijo...

Gracias por tu comentario. Sin embargo recordemos que tendremos siempre dos enemigos en común: la tiranía y la burocracia.

Es mejor vivir en un país donde existan varias nociones contradictorias de libertad a uno en el que esté prohibida cualquier noción de ella.

Colotordoc dijo...

Hola Thaelman:
Gracias por dejar tu comentario en mi blog. Eso es lo que creo debe ser la libertad.
En cuanto a tu post, los dictadores, siempre seran violadores. Creo que eres venezolano, como yo, asi que sabras que habían otros violadores más: Gómez, Guzman Blando, la dinastía Monagas.... Todos han violado a la patria, desangrandola, robandole libertad y esperanza.
Saludos. Tu blog es denso, y me gusta por eso.

Thaelman dijo...

Gracias Manuel por tu comentario. En efecto soy venezolano y preocupado por como están las cosas. Y sin duda desde Boves nosotros tenemos este drama encima.

Cayetano dijo...

Muy original y documentada tu entrada. Parece bastante común entre los tiranos el someter también sexualmente a sus "inferiores", otra forma de dominación.
Sin embargo, algunos de ellos no sobresalieron por su fogosidad precisamente. Franco, por ejemplo, era más bien anodino en el tema sexual. Bueno, era anodino en casi todo: no bebía, no fumaba, comía poco (como Hitler). Eso sí, era impetuoso para mandar fusilar a cualquiera.
Un saludo.

Thaelman dijo...

Gracias Cayetano por tu intervención. Sin duda Franco es un ejemplo clásico de lo perverso que puede llegar a ser un dictador. Las realidades latinoamericana y española tienden a demostrar cierto parecido que nos recuerda que al final tenemos un origen común.