sábado, 12 de septiembre de 2009

Los hermanos Karamázov


Quizá una de las mejores novelas que alguien alguna vez pueda leer. Hace unas semanas comencé a leer esta obra de arte y hasta ahora me tiene cautivado. Admito que Crimen y Castigo es mucho más entretenida y me obsesionó desde el inicio, tanto así que me lo leí en una semana. El Jugador es aún más entretenido y emocionante, pero es de esas novelas cortas que se acaban y estás esperando por más. A principios de este año conseguí los Demonios a un precio ridículamente caro pero me lo compré igual. Me costó leerlo, no sólo porque es una novela larguísima sino por su altísimo nivel de complejidad, cantidad de personajes y lo enrollada que es la historia. Sin embargo a medida que va terminando la novela se va haciendo cada vez más sublime. Una historia con un final muy doloroso. Pero los Hermanos Karamázov; esto es otro nivel.
Yo insisto que ésta debe ser la propuesta filosófica, moral y religiosa de Dostoievski. Algunos no toleran esta novela, es muy larga, muy densa y la historia se mueve con mucha lentitud. Pero el desarrollo de la historia, que por lo demás no tiene nada de particular, se hace inecesario por el altísimo nivel de las conversaciones entre los personajes. Es decir, en los diálogos se desarrolla una complejidad de ideas y teorías contrapuestas que hace de cada conversación entre los personajes un ensayo filosófico. Pero especialmente el tratamiento de la religión cristiana y de los evangelios es complejísimo. La metáfora del Gran Inquisidor cuando el hermano Iván le relata a su hermano menor Alexéi (el protagonista) un diálogo entre un inquisidor español y Jesucristo.
Pero no sólo la complejidad de los diálogos y la maravilla de los temas que se discuten, sino también, y esto es algo que yo he percibido en todas las novelas de Dostoievski que me he leído, es el nivel de humanidad de los personajes. Estamos acostumbrados muchas veces a esos personajes idealizados donde se traza una clara diferencia entre el bien y el mal. Los defectos del héroe son comprensibles, las virtudes del villano sólo incrementa su perversión. Los personajes de Dostoievski nada tienen que ver con esto. Cada uno está tan lleno de contradicciones, complejos, inseguridades y a través de una prosa magistral cada uno de ellos toma tanta forma y tanto realismo que muchas veces uno se ve en el personaje. ¡Uno llega a ser el personaje! Raskolnikov en "Crimen y Castigo", Schátov en "los Demonios", Iván Karamázov en "los Hermanos...".
Los tres hermanos son muy particulares. El mayor, Dimitri, es un oficial retirado con un carácter turbulentísimo y muy agresivo, ambicioso y lujurioso. El del medio, Iván, es intelectual y retórico; muy romántico también, pero de aspecto oscuro y misterioso. Y Aliosha el menor es el buen cristiano nublado y atormentado por las contradicciones de su familia y la sociedad donde vive, pero por encima de todo los ama igualmente. Es el mártir que sufre por los pecados de los demás. Pero el padre Karamázov es un personaje demasiado carismático por lo grotesco que es. Es la bajeza y la descomposición moral en su máxima expresión sumada al cinismo y al egoísmo. Pero dentro de su demensial carácter el hombre es tremendamente simpático. Esa es la magia de Dostoievski, la magia de presentarte a un personaje completamente despreciable pero con un nivel de humanidad que lo comprendes de inmediato y lo aceptas hasta el punto en el que te puede caer muy bien.
Quiero añadir que el personaje del Stáret (una suerte de santo en la cultura ortodoxa de Rusia) debe ser el personaje que Dostoievski ideó para hablar a través de él las propias convicciones y reflexiones del autor en la que fue su última novela poco antes de morir. Puede que esto sea llover sobre mojado o una afirmación temeraria, porque despues de todo yo soy politólogo y no conozco el mundo de la crítica y el análisis literario. Pero humildemente dejo mi apresiación sobre el tema.
Lean Dostoievski, y lean los Hermanos Karamázov, una de las grandes novelas de la modernidad.

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