miércoles, 10 de marzo de 2010

Reflexiones sobre el destino


Hoy en día, y desde hace más o menos dos siglos, se ha puesto en duda que se pueda ser bueno y/o virtuoso. Al menos desde los escritos escandalosos del Marqués de Sade hasta ahora. La cúspide de este pensamiento es Nietzsche, sin olvidar que Marx y el hegelianismo de izquierda entra en este lote. El resultado inevitable es el nihilismo. El problema no es que personas en su individualidad asuman la vida atea y sus consecuencias nihilistas. La fe y la moral son, de lo que he podido reflexionar, manifestaciones del espíritu humano que se desencadenan en la misteriosa oscuridad del individuo. De allí que desde sus inicios el pensamiento liberal haya abogado por la libertad religiosa y moral. Al principio estas posturas no se llevaron a sus máximas consecuencias (el primero que ozó ver hasta donde se podía llegar fue el Marqués de Sade), ni en el siglo XVIII ni a principios del XIX. Pero son los hermanos materialismo-anarquismo-socialismo los que van a preparar el camino al nefasto nihilismo. Esto no lo contemplaron los primeros liberales como Tocqueville, quienes, en la defensa a ultranza de lo que entendían por derechos individuales, no comprendieron que desembocaban, en ultima instancia, en la autodestrucción nihilista. Este problema va a ser abordado con total seriedad por el talentosísimo intelectual francés, muerto hace ya 50 años, Albert Camus. El problema es el siguiente ¿Existe una respuesta al nihilismo que no sea nihilista?

Mi preocupación se resume en las consecuencias de una sociedad nihilista. En una sociedad que abandona la idea de Dios, de la moral religiosa y de la bondad cristiana. Repito nuevamente, es a cada quien escoger entre estos temas; de eso no hay duda. El problema es cuando la sociedad en su conjunto rechaza sus orígenes y abraza al nihilismo. Se entiende que en un tiempo esa moral cristiana haya sido justificación para una estructura de opresión cruel e insensible durante el Antiguo Régimen y el predominio de la Iglesia Católica. Pero no confundamos las cosas. Una cosa es la corruptibilidad de los hombres y sus instituciones, y otra son los principios axiológicos de una religión milenaria. Abrazar la verdad de Cristo no implica aceptar la degeneración de ciertos gremios sacerdotales y sus ya exterminados aliados absolutistas. No se trata de defender a la Iglesia; se trata de defender a Cristo en la cruz, la imagen más potente de la historia.

¿Por qué le temo al nihilismo? No porque los nihilistas sean necesariamente personas malvadas. De hecho tengo amigos nihilistas que son personas maravillosas. Hablo de una sociedad nihilista, una sociedad sin Dios, que abandona la bondad, y se pierde en las impresiones ambientales y emocionales. Es el tema de los grandes personajes de Dostoievski; es Iván Karamázov comprendiendo que "si Dios no existe, todo está permitido". Es también la conclusión de Kirilov de que "si Dios no existe, yo soy Dios". La delicada consecuencia de estas reflexiones no es la libertad del individuo del yugo de un Dios castrador; es que, en vista de que no respondo ante ninguna verdad trascendente, tengo licencia para hacer lo que sea, sin límites, sin necesidad de remordimiento. En mi opinión, el fenómeno más monumental del nihilismo es el nacional socialismo con sus fábricas de cadáveres. Lo importante en este caso no es saber si Dios existe o no, si Jesús de Nazaret es el mesías o no (esas son cosas que no se pueden conocer con la razón); es si la sociedad en la que vivimos, en su conjunto, rechaza estas creencias, rechaza la fe y la bondad.

El nacional socialismo no es único, ni el primero. La ceremonia de ejecución pública en la Revolución francesa; las decenas de cabezas cortadas en nombre de un ideal de virtud que nadie, fuera de un pequeño grupo (Robespierre y Saint-Just), creía con verdadera convicción. "¡El Rey ha muerto! ¡Viva la República!" No es así de fácil. La consecuencia: violencia desatada. Sudamérica no se salva. Depuesto el rey (Fernando VII), la devastación y el caos subsiguiente significó más de una década de guerra y masacres, y un siglo de caudillismo salvaje. La Guerra Civil Española y sus miles de inocentes ajusticiados de bando y bando de las maneras más absurdas. La muerte del zar de Rusia: décadas de totalitarismo inhumano, la muerte de millones. El problema de la deposición de nuestras monarquías no es sencillo. La idea de Dios estaba íntimamente vinculada con la idea del rey. Muerto el rey, muerto Dios (aunque los contemporáneos no lo notaran de inmediato). Es el fenómeno de la muerte de Dios el que desencadena el caos y la violencia. Matar al rey no significa necesariamente matar a Dios en tu corazón, pero significa desterrarlo de la sociedad. No se me mal interprete, hablo de la sociedad absolutista y su idea de Dios que heredó Europa y que fue repentinamente aniquilada en el transcurso entre los siglo XVIII y XIX. El nihilismo todavía era pequeño, pero lo suficientemente próspero para cobrar la vida de varios miles. No es sino hasta el siglo XX cuando el nihilismo demuestra sus consecuencias de manera horripilante, pues, fue cuando se comprendieron las consecuencias de que la revolución política implicaba una revolución espiritual sangrienta. El costo de la libertad europea ha sido la muerte de Dios. Por un lado la violencia de los que se rebelaron, y por otro lado la reacción natural de los que quicieron sostener lo existente. Ambos bandos han sido sujetos de violencia desmedida (liberales ateos y conservadores reaccionarios).

¿Qué queda para el futuro? El socialismo y todos los demás herederos del hegelianismo intentaron sustituir a Dios con el porvenir, con la historia, con una idea del progreso. Ese sueño se desvaneció y en el siglo XXI es pobremente defendido. ¿Qué le queda a la sociedad occidental, entonces? Está más claro que el crecimiento económico no responde las preguntas verdaderamente importantes del espíritu humano. ¿Será posible reconstruir una idea de esperanza para nuestra sociedad? Yo estoy buscado en el cristianismo la salvación de la que el mundo parece haberme privado. Pero yo soy sólo un pequeño mortal; no puedo evitar reflexionar sobre el destino de nuestra sociedad. Ya hemos visto lo que el nihilismo pudo causar en la industrializada Europa. Ya conocemos sus devastadoras consecuencias. ¿Nos podremos imaginar lo que el nihilismo va a significar en un país como los Estados Unidos? Ellos todavía permanecen inmunes, pero año tras año son diezmados como lo fue Europa durante todo el siglo XIX. ¿Qué consecuencias traerá para la humanidad que el nihilismo posea el espíritu del país más poderoso de la historia? ¿Las fábricas de cadáveres quedaran tontas al lado de lo que podría venir? ¿O todavía podemos creer que la esperanza se puede recuperar? Opino que de esto se va a trata el problema espiritual e intelectual de mi generación, todavía demasiado joven.

6 comentarios:

Cayetano dijo...

La entrada es francamente buena y te hace reflexionar...En efecto, la opción por asumir una religiosidad concreta -o no asumir ninguna- es un asunto personal, individual, de propio convencimiento.
El cristianismo es una opción, puede haber otras y no necesariamente religiosas. También válidas.
El problema estriba en las sociedades cuando éstas asumen posiciones destructivas y nihilistas, a veces amparándose en postulados políticos, ideológicos, económicos...también religiosos. ¡Cuántas barbaridades ha cometido la humanidad en nombre de un dios o de una idea o de una raza presuntamente superior o más civilizada!
Yo no soy cristiano. Es una opción personal. Pero tengo un grandísimo respeto a los que lo son y se mantienen coherentes a sus principios. Tengo grandes amigos creyentes. Soy de los que piensan que las religiones no te hacen ni bueno ni malo. Que la opción de bondad o maldad está en la propia persona.
Un saludo.

Colotordoc dijo...

Buena entrada Thaelmann. Soy creyente, pero discrepo de la curia escleastica que piensa que siempre siempre tienen la razón.

Como bien dice Cayetano, se han cometido barbaridades por seguir una idea (nazismo, comunismo, religión en general).

Todo extremo es malo, aunque la apariencia sea buena

Saludos

clepsidra22 dijo...

Una muy interesante entrada.Me parece adecuado mirar como la obra de Dostoievski se constituye en una especie de laboratorio donde se presentan diversos matices y tipos de nihilismo. Esto hace de la obra de Dostoievski complentamente actual. Ya dostoeivski se preguntaba sobre si ¿puede un nihilista hacer algo para el futuro?. Veamos un poco a Dostoievski: En memorias del subsuelo nos presenta una crítica fuerte y sólida acerca de los ideales de la ilustración, del hombre racional, donde sus actos y su moralidad estan mediadas por algún tipo de racionalidad y una concepción del hombre, sea la razón Rousseana (un hombre natural bueno corrompido por la sociedad) o utilitaria, o Hobbesiana. En Crimen y Castigo además de presentar el problema de todo está permitido para los hombres superiores si ello conlleva a la generación de una mejor sociedad, también nos señala una crítica furibunda a las ideas que circulaba en el nihilismo ruso de los años 60s y 70.Es decir que cualquier medio esta justificado para la obtención de un ideal. En Los Demonios, que no debe reducirse al simple problema del terrorismo, nos presenta diversos personajes, el más terrible de todos, es Stravrogin, quien como Iván actúa por medio de los demás personajes, infecta a los otros con la idea de la destrucción. Stravrogin más que Iván es la muestra de un nihilista consumado, incapaz de acción propia pero generador de destrucción. Iván a diferencia de stravrogin es un rebelde tal como señala el mismo Dostoievski. Su rebelión a partir de la propuesta de "si Dios no existe, todo está permitido incluso la antropofagia", está basado en una posición ética que lo aleja de la armonía de la obra de Dios si con ello es necesario el sufrimiento de los que viven (no digo los inocentes porque el tema en Iván es más general que sólo los niños, se refiere al hombre concreto). Es decir, cualquier ideal sea este de un mundo suprasensible, utópico social o revolucionario que se propone como fin al que deben dirigirse los actos del hombre, se muestra invalidado por el sufrimiento y la destrucción de los hombres concretos generado por la búsqueda de esa finalidad. Iván, hombre racional que representa todo el problema de la fundamentación de la ética y la moral en tanto debe ésta responder a dos puntos básicos como son; cómo podemor vivir felices, entendiendo aquí no solo la felicidad individual, sino también del otro y, 2. Que normatividad para la acción debe instituirse para la consecución del ideal de actuación que permita la vida común.A la terrible lógica de Iván (como personaje -idea, ver bajtin) dostoievski en la obra sólo logra oponerle un plano artístico; Esto significa que el programa del padre Zosima - Aliosha que dan respuesta a Iván a través del reconocimiento del sufrimiento del otro, la caridad y la bondad que esparce el monje mandado al mundo, no lográ de manera suficiente vencer la lógica de Iván y queda en el aire la idea de la tragedia de la existencia humana, donde el mal es un componente esencial y contracara de la libertad al caer los fundamentos sean supransesibles, o de un reino justo en esta tierra. Después todo lo dicho. ¿Qué nos queda? Tal vez Franco Volpi en su indagación del problema del nihilismo nos da una posibilidad: El considera que es mejor se nihilista que un dogmático, es decir,el dógmático de convicción firme, lleva en si el germen de la violencia (por ejemplo el terror), pero por otro lado nos dice, que en sociedades como las nuestras, es necesario tener en cuenta unos principios pero siempre con la idea que sólo son operativos, no confiar del todo en ellos y evaluar siempre las posibilidades de cambiarlos. Gracias por permitirme entrar en diálogo y le pido me excuse la extesión y quizá una o muchas fallas ortográficas y de estilo no corregidas debido al limitado tiempo que tengo para hacerle correciones.

Thaelman dijo...

Compañeros, gracias por sus comentarios.

Cayetano: es por eso que insisto que el nihilismo per se no hace a una persona malvada. Incluso, hay que ver la cantidad de maldades que se han hecho por fervientes creyentes, producto de desviaciones del mensaje central. Incluso el fanatismo religioso que te lleva al suicidio para matar puede considerarse nihilismo. El aporte de Jesucristo es elevar las emociones de compasión y amor a la cúspide de los valores, cosa que antes de él no existía. Hoy cultivamos todavía los frutos de la idea del "amor al prójimo", seamos o no creyentes. Lo importante es ser bondadoso, créase o no en Dios.

Manuel: ese es el problema con toda forma de organización. Que tienden a hacerse represivas. La Curia, como toda organización, no se salva de ello. Por eso como feligreces debemos cumplir nuestro papel de exigir un compromiso más sincero de nuestros líderes religiosos. Lo otro sería convertirnos en evangélicos. :P

Juan Manuel: Me entusiasma que compartamos la pasión por la literatura de Dostoievski. Sin duda uno de los más grandes escritores de la literatura. Los Hermános Karamázov, la novela que más me ha gustado de él, me ha dejado mucho espacio para la reflexión, igual como hizo con Camus, empedernido admirador de Dostoievski. Al final, yo pienso, que triunfa Aliosha sobre Iván. La fe, que bien no va a resolver ni a construir el reino de Dios en la Tierra, abre el camino del individuo hacia la bondad, partiendo de la humildad de que el mundo no puede ser drásticamente cambiado. Piotr Stepánovich, como los rebeldes en general, creyendo en un bien común imposible, son autores de los más atroces crímenes.

Cayetano dijo...

¡Cuánta razón tienes! Dices: "lo importante es ser bondadoso, créase o no en Dios."
Yo siempre digo que, aunque soy agnóstico, soy más coherente con las ideas de Cristo que muchos católicos. Tampoco debemos olvidar que nuestra cultura, aparte del aporte del mundo grecorromano, es sobre todo de base cristiana. Nos guste más o nos guste menos.
Saludos.

Thaelman dijo...

Es exactamente el significado de la famosa cita de Dostoievski en una carta cuando dice "Si alguien me probara que la verdad no está en Cristo, y que Cristo no está en la verdad, escogería sin dudar a Cristo" o algo así es la idea. Es decir, el mensaje que nos enseñó Jesucristo no procura demostrarnos que tenemos la razón, sino el camino que hay que seguir en la vida, sea o no creíble o demostrable. Porque la razón nos da el peso del poder, mientras que la fe en Cristo consiste antes en seguir su ejemplo que en imponerlo.