miércoles, 17 de marzo de 2010

Lo público y lo privado: el error del liberalismo

Leer von Hayek es una cosa que me confunde extrañamente. No porque el autor sea complejo o utilice un lenguaje oscuro. Nada más lejano de la verdad. En esto los liberales sí son consistentes, y debemos admitirlo; escriben con claridad. Pero mi confusión parte de un deficiencia personal: estoy demasiado acostumbrado a las lecturas abstractas y a temas ontológicos, motivo por el cual me gustan los autores alemanes. Por el contrario los liberales, y particularmente los ingleses, escriben sobre temas prácticos y materiales; por ello el tema que más profundamente han desarrollado es la economía. Y a esto viene mi comentario: a la economía.

El austríaco von Hayek, uno de los padres del actual neoliberalismo, en su libro Camino de Servidumbre, plantea unos criterios bien interesantes y relevantes que no se pueden ignorar. En este sentido, el libro de von Hayek es un recordatorio importante sobre nociones que debemos tomar en cuenta a la hora de actuar en política y evitar convertirnos en agentes del totalitarismo. Y esto es fundamental, en vista de que el totalitarismo ha sido una de las experiencias más trágicas que la civilización Occidental moderna ha dejado para el recuerdo histórico. ¿Cómo llegamos a él? Es una pregunta que muchos han tratado de responder, y que creo que la escuela que no ha logrado entender el problema del todo ha sido el liberalismo. Si bien lo ha combatido ferozmente, no ha sabido comprenderlo (cuando digo liberalismo, realmente me refiero a la corriente utilitarista del liberalismo).

Volviendo a por qué me resulta confusa la lectura de von Hayek. En principio estoy de acuerdo con muchos de sus planteamientos prácticos que se resumen en la premisa de desconfiar de la planificación económica y social, prefiriendo la más modesta solución del libre mercado. Pero el problema no yace aquí, y esto es lo que me hace difícil la lectura de von Hayek y muchos autores liberales herederos de su pensamiento, como Bobbio. El problema, amigos, es que buena parte de los debates ideológicos de la modernidad posterior a la Revolución francesa están en principio errados. Se sitúan en un ring equivocado. Y quien inició este combate en territorio errado fue, precisamente, el utilitarismo inglés, cuyo primer exponente es Adam Smith. Todo comienza con un prejuicio que este filósofo de la economía sembró en la mentalidad Occidental, y desde entonces ha sido tan omnipresente, que los propios autores pierden noción de su existencia, tanto liberales como socialistas. Es la idea de que lo valioso en la vida está en las actividades productivas materiales, y cualquier otra forma de actividad humana es espuria o sin valor. Es decir, que la vida valorada está en la economía y la política es secundaria o sin importancia. Señores, en esta idea se ha fundamentado gran parte del debate entre liberalismo y socialismo, motivo por el cual ambos bandos están equivocados. Marx es, quizá, el hombre que ha llevado esta idea de Adam Smith a sus últimas consecuencias. Es creer que la economía es el campo donde el ser humano encuentra virtuosismo y la política es sólo retórica. Este error, aparentemente minúsculo, es, en mi opinión, el inicio de un debate desviado o parcializado que desemboca, como inevitable, en el totalitarismo.

Desde Adams Smith hasta nuestros días (o más puntualmente hasta la caída de la Unión Soviética), se le ha dado tanta importancia al ámbito económico de la condición humana, que los valores indispensables del ámbito político-social han sido ignorados, con consecuencias nefastas. El error primordial del debate ideológico posterior a Smith consiste en ignorar por completo, como si no existiera, el espacio público, cuya actividad es la política. Se creyó que tal cosa era indigna, y debía ser reducida a su mínima expresión (el Estado mínimo), y dar cabida a la libertad sólo a través del mercado, y de la actividad económica. Ahora, tal idea es engañosa, además de errada. Si leemos a los antiguos, especialmente a Aristóteles, vamos a descubrir que para ellos la diferencia entre vida pública y vida privada es clara e indiscutible. Claro que, dentro de esta cultura, la vida pública era mucho más respetable, y por ende, más merecedora de la reflexión; pero la vida privada no era negada ni ignorada (no olvidemos a los estóicos). A partir del siglo XVIII, en Occidente la vida pública es relegada y apartada de la reflexión. Todo se concentra, entonces, en la economía que pertenece a la vida privada. El problema está que, por más que la vida pública sea ignorada, esta no deja de existir, y continúa, inevitablemente, ejerciendo una influencia determinante en el acontecer histórico.

Marx, discípulo tanto de Hegel como de Smith, también busca la manera de destruir la política, no entendiéndola como el espacio público sino como el ámbito de la dominación y el sometimiento, y en su lugar entroniza a la economía como ámbito de la verdadera libertad humana. Aquí se da el primer paso importante hacia el totalitarismo, que consiste en hacer de lo estrictamente privado, lo público en sí. Mientras que Smith buscaba relegar lo público y elevar lo privado, Marx hace público todo lo privado, destruyendo lo verdaderamente público y desnaturalizando lo privado. ¿Por qué sucede esto? Básicamente porque, al despreciar lo público y la política, nos quedamos solos con la economía, y el debate gira en torno a la economía, y se convierte la economía en el objeto de la política; es decir, se convierte lo privado en objeto del poder político que no ha dejado de existir. Von Hayek también ignora todo esto, no precisamente por ser liberal, no por oponerse al socialismo, sino por creer que la condición humana se reduce al espacio privado y a la economía, ignorando la importancia fundamental del espacio público en nuestras vidas. La reacción natural de aquellos que sienten que pierden el valor de lo público, gracias a una noción interna, casi oscura del espíritu humano, que te indica que no todo es privado, que existe un universo de cosas en común con tus conciudadanos, es hacer pública a la economía. ¿Por qué? Porque lo verdaderamente político es ignorado por completo. Entonces, lo que debe ser público (lo que permite la verdadera libertad), no es tratado, es ignorado, apartado, dejado de lado por la política; en su lugar la política entra a debatir, regular y actuar sobre lo privado (sin lo cual la libertad tampoco puede existir): la economía.

Lo que me confunde de la lectura de von Hayek es que, si bien estoy de acuerdo con mucho de lo que defiende y contra aquello que critica y sobre lo que advierte, no lo termino de entender del todo, porque en ninguna parte existe en su discurso una consideración por lo verdaderamente político, que es el ámbito público de la condición humana. Entonces, cometiendo el mismo error de los socialistas, debate sólo en el ámbito económico cosas pertenecientes al ámbito político. Es por ello que el liberalismo nunca triunfa, nunca tiene consenso, siempre tiene oponentes mortales. Porque se construye sobre bases débiles, sobre una interpretación demasiado parcializada de la condición humana. Y mientras su oponente, el socialismo, insista en permanecer en el mismo error, serán los dos la tesis y la antítesis de la horrible síntesis que es el totalitarismo. Hay que rescatar lo público. No en lo práctico, porque en lo práctico lo público no ha dejado de existir. Hay que rescatarlo a nivel ideológico, a nivel epistémico: en la academia y en la ciencia. La primera persona que dio este paso fundamental fue Hanna Arendt, grandiosa por lo innovadora. Desde entonces, lo que hoy se llama republicanismo es el rescate intelectual de lo público a la política y devolver lo privado a la economía.

5 comentarios:

Cayetano dijo...

Estoy de acuerdo contigo. No todo hay que basarlo en el debate económico ni sólo lo económico es lo fundamental. Hay otras dimensiones. Lo público es importante.
Un saludo.

Sila dijo...

Magnífico e interesantísimo blog. Aquí tienes a un nuevo lector.

Thaelman dijo...

Caramba, muchas gracias. Bienvenido, compañero, a este blog donde hablo más o menos de todo.

Profeballa dijo...

Recomenda´ción inicial: debes escribir no más de tres párrafos cortos por post y hacer varias entregas, así creas expectativa y no cansas. En este medio (los blogs) se han generado una serie de normas informales que ayudan a un mejor desempeño.

Esta falla que señalas del liberalismo quizás pueda ser llenada si lees a Lord Acton y a la gente del Acton Institute
http://blog.acton.org/

Tambièn puedes discutir estos temas con un buen amigo liberal:
http://liberal-venezolano.net/

Excelente blog.

Thaelman dijo...

Gracias por sus sugerencias Profeballa. Las estaré tomando en cuenta. A veces es tan difícil llegar a puntos importantes es tan poco espacio, pero tiene razón, lo he notado.

No he leido Lord Acton, pero está entre mis opciones. Sucede también que yo leo a pocos liberales y por eso hice un esfuerzo de agarrar a von Hayek. Sin embargo hay dos liberales que me gustan mucho pero que son todo menos convencionales: Robert Dahl y John Rawls. Tienen ideas independientes muy interesantes.