martes, 20 de abril de 2010

Liberalismo casi republicano

En una nota previa hablé de von Hayek y de mi explicación a lo que yo creo que es un grave prejuicio del pensamiento liberal (prejuicio que comparte, aunque de manera diferente, con el socialismo). Mi argumento no es contrario al individuo, pero crítico de la postura radical del liberalismo en su favor, evitando siempre desencadenar el colectivismo, uno de los errores más nefastos de la modernidad. Dentro de todo, von Hayek sigue siendo un liberal, pero en el cierre de su obra Camino de Servidumbre, establece unos criterios fundamentales con una claridad que me han dejado atónito. El que él, en tanto liberal, puntualice sobre estos detalles, es una contradicción con los principios individualistas del liberalismo clásico (del laissez faire), pero señala un avance en el pensamiento de los liberales en el siglo XX. Me refiero a detalles que hacen un llamado a aspectos comunitarios y a criterios comunes como justificación de la lucha en contra del Big Government (la burocracia centralizada), y la importancia del autogobierno local como forma de sustitución de los gobiernos dirigidos desde las capitales. Esto se sale por completo de la ortodoxia liberal e incursiona en pensamiento republicano. Al final von Hayek encalla en el individualismo. Sigue siendo liberal (y por tanto tiene una visión contradictoria); pero este llamado a lo común ya nos habla de un despertar en el pensamiento del siglo XX, y es una señal de que aquél liberalismo romántico del siglo XIX quedó más que sepultado. Con esto quiero abrir un par de citas que voy a compartir con ustedes, y cuyo contenido comparto casi al cien por ciento:

"Pocas dificultades debe haber para planificar la vida económica de una familia, y relativamente pocas para una pequeña comunidad. Pero cuando la escala crece, el nivel de acuerdo sobre la gradación de los fines disminuye y la necesidad de recurrir a la fuerza y a la coacción aumenta. En una pequeña comunidad existirá unidad de criterio sobre la relativa importancia de las principales tareas y coincidencia en las normas de valor, en la mayoría de las cuestiones. Pero el número de estas decrecerá más y más cuando mayor sea la red que arrojemos; y como hay menos comunidad de criterios, aumenta la necesidad de recurrir a la fuerza y la coerción. (...) Cuando se trata de ayudar a personas cuyos hábitos de vida y formas de pensar nos son familiares, o de corregir la distribución de las rentas o las condiciones de trabajo de gentes que nos podemos imaginar bien y cuyos criterios sobre su situación adecuada son, en lo fundamental, semejantes a los nuestros, estamos generalmente dispuestos a hacer algún sacrificio" (von Hayek: 1944)

"Difícilmente preservaremos la democracia o fomentaremos su desarrollo si todo el poder y la mayoría de las decisiones importantes corresponden a una organización demasiado grande para que el hombre común la pueda comprender o vigilar. En ninguna parte ha funcionado bien, hasta ahora, la democracia sin una gran proporción de autonomía local, que sirve de escuela de entrenamiento político, para el pueblo entero tanto como para sus futuros dirigentes. Sólo donde la responsabilidad puede aprenderse y practicarse en asuntos que son familiares a la mayoría de las personas, donde lo que guía a la acción es el íntimo conocimiento del vecino más que un saber teórico sobre las necesidades de otras gentes, puede realmente el hombre común tomar parte en los asuntos públicos, porque éstos conciernen al mundo que él conoce. Cuando el objetivo de las medidas políticas llega a ser tan amplio que el conocimiento necesario lo posee casi exclusivamente la burocracia, decaen los impulsos creadores de las personas particulares" (Ibid).

¡Estos pasajes son maravillosos! Aunque luego de argumentar a lo largo de todo el libro por motivos casi estrictamente económicos, y las virtudes del libre mercado, concluye con una argumentación de caracter absolutamente político. Ya no es sólo el valor del individuo como sujeto económico lo que hace un llamado en contra del Estado burocrático, sino el valor concreto que tiene la política y los cosas comunes para los ciudadanos de un país libre. Claro, von Hayek sigue siendo modesto en estas conclusiones, pero están tomadas en cuenta con mucha atención. No es del todo republicano; todavía la impronta liberal economicista es fuerte; pero se nota ya un conocimiento sobre la importancia de lo común en la vida del ciudadano y sólo harían falta unos años antes de que Arendt publicara La Condición Humana.

"Nunca evitaremos el abuso del poder si no estamos dispuestos a limitarlo en una forma que, ocasionalmente, puede impedir también su empleo para fines deseables" (Ibid).

4 comentarios:

Cayetano dijo...

El liberalismo puede ser revolucionario, pero también puede ser conservador, depende de cómo se entienda y de cómo se aplique. Aquí en España, a los que más se les llena la boca de liberalismo, de libres mercados e iniciativas privadas son a los que hasta hace poco apoyaban la dictadura de Franco, enemigo de todas las libertades, pero sobre todo de las políticas; son los que no quieren que hablemos de nuestra guerra pasada ni de los fusilados en cualquier cuneta ni de la dictadura, porque una gran parte de sus militantes y de sus electores eran franquistas. También son los que están en contra de las inversiones públicas, los que están dando dinero de los impuestos de todos a gente para que haga negocios privados, los que están privatizando todo y recortando el gasto social en sanidad y en educación, liquidando el estado de bienestar que tanto trabajo costó levantar tras la guerra.
Yo en ese liberalismo no creo.
Un saludo.

Thaelman dijo...

Sin duda, la gran contradicción del liberalismo español: que haya apoyado a Franco. Sinceramente, un liberal originario y honesto no apoyaría jamás y nunca una dictadura tan nefasta. Los valores del libre mercado no son tan elevados como para justificar una tiranía tan cruel.

Existen varios tipos de liberales (por eso la palabra no me gusta: es demasiado equívoca);

Los liberales economicistas que sólo son liberales en tanto creen en el libre mercado y en el individuo sólo como sujeto económico. Esta visión es británica y utilitarista. En mi opinión tienen una visión bien probe del ser humano, y no necesariamente es un pensamiento contrario a la tiranía (entiéndase Hobbes).

Otro liberalismo, que es el característico del siglo XVIII, que es netamente republicano y contrario a toda forma de opresión y tiranía. Hoy este significado de la palabra liberalismo está casi olvidada y se le prefiere llamar republicanismo. Resalta la importancia de las instituciones políticas de libertad, y es típicamente francés y norteamericano (entiéndase Montesquieu).

Luego hay lo que en estados unidos llaman liberales, y que son una interpretación curiosa del individualismo. En este sentido, el Estado debe enfocarse en desembarazar al individuo de casi cualquier obstáculo, bien sea social (combatiendo las tradiciones heredadas), bien sea económico (fomentando un estado de bienestar para aliviar las cargas sobre el individuo). Esta es la visión del partido demócrata en Estados Unidos y de muchos partidos socialistas en Europa.

En todo caso, hay liberales que combinan de maneras distintas estas tres interpretaciones (y debe haber más). Aunque soy favorable a la idea del libre mercado, en resumen no veo tal ideal como demasiad trascendente. Yo me considero republicano, lo cual me haría una suerte de liberal clásico del siglo XVIII, mucho más preocupado por la virtud ciudadana y el imperio de la ley que por el libre mercado y el crecimiento económico.

Cayetano dijo...

Muy ilustrativa y didáctica tu aclaración, Ciudadano Thaelman.
Un saludo.

Thaelman dijo...

De nada compañero Cayetano. Gracias por su aporte.

Un saludo.