sábado, 17 de abril de 2010

Dos Dogmas: Evolución vs. Creación

Desde hace más o menos un siglo un nuevo dogma ha surgido en la mente del hombre moderno occidental, lo cual no es más que una prueba adicional de que los occidentales somos dogmáticos y universalistas en nuestras pretensiones. Este nuevo dogma es la evolución. Hoy en día se utiliza para desacreditar a cualquier forma de creyentes en el mito de la creación (la palabra mito proviene del griego mythos, que significa "la palabra dicha", y que en principio no es contradictoria con logos, que significa algo como "conocimiento racional", aunque comúnmente se ponen estas dos palabras como opuestas). ¿Por qué es motivo de escándalo y burla el que alguien, especialmente si es una autoridad politizada, afirme su convicción en el mito de la creación sobre la teoría de la evolución? ¿No es acaso esta actitud otra forma de dogmatismo, ya no en las Sagradas Escrituras sino en el conocimiento científico? ¿Hasta qué punto las ciencias, que cada cierto tiempo se desmienten a sí mismas de manera recurrente, son hoy en día la base de donde todo el espíritu dogmático de occidente se construye? Yo he optado por darle mi voto de confianza a las ciencias, como técnica del hombre para controlar a la naturaleza; no necesariamente para conocerla por completo. Tal cosa no está del todo demostrada.

Ahora a lo que vamos, la evolución es hoy en día abanderada como una verdad absoluta e incontrovertible por los que creen en ella. Es casi una creencia religiosa. Sin embargo no se puede dudar de que existan pruebas contundentes de la evolución de las especies vivas de la tierra. Por este motivo voy a dar una breve explicación de por qué creo que el tema de la evolución del ser humano está totalmente desviada. No niego que la evolución sea una teoría plausible para explicar el estado actual de la naturaleza. Negarlo sería el extremo de la ceguera. Afirmarlo sería descartar buena parte del mito de la creación como se nos presenta en las Sagradas Escrituras. Dios no creó al mundo en siete días; lo cual vendría a ser la interpretación mitológica muy antigua del pueblo judío, mucho antes del milagro griego y del surgimiento del logos. Hasta aquí el argumento de la evolución parece aceptable. El punto clave está en lo siguiente: la teoría de la evolución de Darwin, biologicista en extremo, no puede explicar el surgimiento del ser humano como ser espiritual. Es decir, carece de todo contenido metafísico que explique el problema del sujeto de lo humano, y por ende nos deja como si fuéramos simples máquinas biológicas en estado de constante evolución. Esto contradice la propia experiencia de nuestra existencia subjetiva, el hecho de que tenemos conciencia de sí. Biológicamente se puede explicar la naturaleza humana, pero no al espíritu humano, que queda por completo descartado en el análisis evolucionista, como si no existiera. Amigos, esto no es más que un prejuicio cientificista. La ciencia no demuestra ni refuta absolutamente nada que tenga que ver con el espíritu humano. Tal tema sencillamente se le va de las manos. En principio ni siquiera se planteó que tal cosa fuera su objeto de estudio. Por ello, la creencia de que los seres humanos no somos más que primates, repotenciados cerebralmente a través de un proceso de evolución biológica, no sólo no está ni cerca de ser demostrada, sino que no puede ser demostrada jamás, porque el brinco de la biología a la metafísica es algo que la teoría de la evolución no puede abordar de ninguna manera dentro de su método. De esta carencia metodológica inherente a la ciencia, a descartar automáticamente la existencia del espíritu humano, no es más ni menos que un prejuicio.

Mi respuesta a ello, y el punto en el que, como cristiano, rescato el mito de la creación como metáfora del surgimiento del espíritu humano, es que lo que nos diferencia de los animales, lo humano en sí, lo que ha sido llamado por los filósofos de distintas maneras (ser racional, animal político, ser moral, conciencia de sí, sujeto existencial, acción y discurso, etc.), es producto de un milagro creado y dado a nosotros por Dios. Si bien el universo tiene miles de millones de años siendo, y si bien la vida surgió en el planeta Tierra, y sólo luego de otros tantos millones de años de evolución biológica surgió en un animal lo humano en sí, no puede ser explicado por nada más que por un milagro. Ese salto de seres animales concientes absolutamente sólo del presente e inconcientes por completo de la noción del "yo", a una capacidad casi ilimada (en comparación con el estadio anterior de los animales) de nuestra mente, tener conciencia de nosotros como sujetos individuales y de los otros en tanto tales, del desarrollo de las artes hasta los niveles más sublimes, de la comprensión de la naturaleza hasta el nivel más abstracto y de la capacidad de pensar y formar ideas sumamente complejas, y en definitiva, la capacidad de ponernos en contacto con lo universal divino (con Dios), es un fenómeno totalmente milagroso que no se comprende de ninguna manera dentro de esquemas biologicistas. La típica explicación cientificista y psicologicista de las creencias del ser humano en entes divinos es que las culturas primitivas, que al no conocer nada de la naturaleza, utilizan a la deidad como sustituto, o a una necesidad ingenua de los individuos de tener fe en algo trascendental para darle sentido a sus vidas. Si se debe a cierto primitivismo cultural y psicológico, ¿por qué los animales, mucho más primitivos que nosotros, no sienten necesidad de lo divino y universal? ¿En qué momento de la evolución dejamos de creer en lo inmanente de la naturaleza y pasamos a creer en lo trascendente de Dios, para luego volver a creer en lo inmanente de la naturaleza gracias a la propia evolución? Este regreso parece contradictorio, y no explica por qué las culturas primitivas y las psicologías ingenuas creen en Dios mientras que los animales, infinitamente más primitivos y más ingenuos, no lo hacen.

Hay algo muy dogmático en la creencia en la evolución del hombre. Un dogmatismo que compite con las creencias religiosas. La biología sólo entiende que somos electricidad circulando por el cerebro. No tiene manera de explicar nuestra conciencia de sujetos. Para ella somos sólo máquinas orgánicas vacías de contenido. He aquí donde ni la teoría de la evolución, ni ninguna de las ciencias logra aprehender al espíritu humano en sí mismo. Solo nos da detalles de nuestro funcionamiento biológico; detalles que son sumamente útiles pero que no nos explican en nada lo que realmente somos.

¿En qué momento nos hicismos humanos? y ¿fue esto producto de una evolución biológica o de un milagro de Dios?

3 comentarios:

Colotordoc dijo...

Interesante reflexión Thaelman.
La ciencia no crea dogmas. Se basa en la observación del medio para teorizar sobre un concepto.
Definitivamente la evolución comenzó como parte de la religión, pero el desarrollo del pensamiento y la capacidad del pensamiento abstracto ha hecho que se iniciará el camino de la evolución a donde estamos transitando hoy. Te pongo un ejemplo: Los vasos sanguíneos. Llevan el nombre de arterias porque en un principio se pensó que llevaban aire. Igual ha sucedido con la evolución. Se inicio pensando en un punto en particular y se ha teorizado sobre esto
He dicho en varias oportunidades que no dudo en la existencia de Dios, sin embargo es complicado demostrar que creo la tierra en 7 días.

Esto hace pensar a una corriente que indica que el Dios ha sido creado por el hombre y no al revés.
El pensamiento abstracto nos hace no solo diferente del resto de las especies, sino además nos hace dominantes. Pero es que ademas compartimos pensamiento abstracto con otras especies. Los delfines tienen no solo pensamiento abstracto, sino ademas se llaman por nombres, tienen cambios de humor y pueden resolver problemas de su entorno (te suena familiar?) a lo que me lleva a pensar: Existe Dios para los delfines? y si es así Cual es la figura que tienen de Dios? sera un delfin o un humano?....

Es un tema complicado Thaelman, pero interesantisimo desde todo punto de vista.

Saludos

Mean Mr Mustard dijo...

Yo creo en la teoría de la evolución. Pero también creo que somos algo más que biología o química.

Algunos científicos explican el amor, o el enamoramiento, como una simple serie de reacciones químicas. Pero algo dentro de mi se resiste a pensar que sea sólo eso. Yo creo que el ser humano es algo más que un simple resultado de procesos biológicos o químicos.

Como dice Manuel, un tema muy, muy interesante.

Thaelman dijo...

Manuel,

Gracias por tu comentario. Es muy pertinente. La ciencia hoy en día y la biología en particular, han dado tantas explicaciones concretas y sorprendentes, que a veces nublan la posibilidad de aprehender otros fenómenos. Por ejemplo, los delfines, que demuestran un coeficiente intelectual inusualmente alto, se debe precisamente a esta evolución biológica. La pregunta es si por ello debemos aceptar que tienen alma. O lo que es lo mismo pero invertido, pensar si nosotros no la tenemos. El detalle está en que la experiencia de ser humanos tiene mucho de metafísico, y aunque la ciencia explique de manera tremenda nuestro funcionamiento, es muda cuando se le pregunta qué somos realmente.

Mr. Mustard,

Es precisamente en sentimientos como el amor u otras experiencias elevadas del espíritu cuando uno duda si somos tan sólo electricidad y químicos. Sin duda buena parte del funcionamiento de nuestras reacciones corporales ante los estímulso externos son esto. ¿Pero qué papel juega la moral y la libertad en este esquema? ¿Es acaso una ficción de nuestra imaginación? A mí no me parece. Y creo que es precisamente en esta cualidad del ser humano de actuar libre y moralmente lo que nos identifica como algo más que pura biología.

Gracias por sus comentarios y un gran saludo desde Caracas.