miércoles, 26 de mayo de 2010

Jackson y el Republicanismo

"El retiro a mi vida privada me ha sido, por algún tiempo, un evento muy deseable. Pero ustedes han dicho que mis consecutivos servicios como juez serían útiles. Cuándo mis servicios son de tal manera llamados, ellos pertenecen a mi país, y su voz es obedecida."

Estas inspiradoras palabras pertenecen al presidente de los Estados Unidos Andrew Jackson, cuando todavía tenía poco más que treinta y un años, no soñaba todavía con ser presidente, pero ejercía un digno cargo como gobernador del estado fronterizo de Tennessee. Al rededor de su figura se tejió toda una leyenda de patriotismo. Pero lo que no se puede dudar es que, el impetuoso y rebelde Jackson era un patriota y republicano de corazón. Lo que voy a decir a propósito de ésto, vale para la gran mayoría de los países de Occidente.
Ahora cito esta frase de Jackson no tanto por una admiración personal al personaje. Estoy leyendo una biografía sobre él, pero todavía no me ha cautivado tanto como para admirarlo. Traigo a colación sus palabras, porque en ellas está expresada de manera puntual y elegante, uno de los principios del republicanismo más fundamentales: el servicio público. Tal idea no descarta que los individios comprometidos en la política no lo hagan por ambición personal o vanidad. Tales emociones son naturales en el ser humano, y las manifestaciones más profundas del carácter de un individuo no son tan importantes para la política como lo es su expresión exterior. Lo que la persona manifieste en público es lo que tiene importancia política; su carácter moral es ha Dios.
Lo sobresaliente aquí es ver la prioridad que tiene el servicio público por encima del bien privado. Hoy en día estamos muy acostumbrados a exigir y disfrutar tranquilamente nuestro bien privado (seguridad laboral, seguro de salud, buenos salarios más jubilación, en una palabra: seguridad, seguridad, seguridad), y olvidamos la importancia de nuestro deber con la república. Precisamente, el modelo de Estado de Bienestar (Welfare), es la respuesta al deseo de seguridad de los individuos, al miedo a la incertidumbre, y la solución ha sido depositar en el Estado y su burocracia, los recursos, la disposición y la responsabilidad de "asegurarno"; la consecuencia ha sido una reglamentación excesiva de la política, lo cual la ha hecho una materia de mera administración pública. Tal fenómeno no puede menos que hacer de la política un asunto aburrido y sin trascendencia, de papeleo y listas de espera. Ya no es aquél ideal de participación y autogobierno.
Las palabras del todavía no presidente Andrew Jackson son esclarecedoras, que se complementan de manera hermosa con la famosa cita de J. F. Kennedy: "No preguntes qué puede hacer tu país por tí; pregunta qué puedes hacer tú por tu país." Es decir, lo que podemos hacer nosotros por nuestro país nos obliga, en calidad de deber, a salir de nuestro escondite en la vida privada, y a comprometernos con el servicio público, con el bien de nuestro país, el bien que nos es común a todos los ciudadanos de una república libre. De allí la palabra república del latín: res (asunto) pública (común). Es decir, los asuntos que nos conciernen a todos como miembros de una comunidad de iguales. Nuestro deseo de preservar a toda costa la seguridad de nuestra vida privada, depositando la responsabilidad de velar por esta seguridad nuestra en la burocracia de Estado, nos ha alienado del espacio público, nos ha separado de nuestro deber para con nuestro país, y sin darnos cuenta regresamos al modelo monárquico de Estado, donde todo queda subordinado a una jerarquía burocrática, pero que esta vez es dirigida por un presidente electo o por un parlamento. ¿Dónde queda nuestra libertad política originaria si ahora todo se resuelve con un sello o una firma de un funcionario que no conocemos y que nunca elegimos?

Las palabras de Jackson son un recordatorio de cuál debe ser nuestra disposición para con la política, y no dejarnos engañar por los partidos y sus idiologías partidocráticas, que sólo buscan intercambiar nuestra libertad a cambio de una seguridad hoy, pero una gran incertidumbre del mañana.

jueves, 20 de mayo de 2010

Kandinski el Preso y Matisse el Desaparecido

A modo de nota, esta noticia que ya tiene años rodando, pero que es bueno recordar:

"De acuerdo al testimonio ofrecido por una importante autoridad del Museo del Louvre en París, años atrás conocidos personeros públicos venezolanos negociaron una pintura de Henry Matisse en la capital francesa, en donde trataban que una experta autenticara la obra.
Gracias a un video de seguridad de un banco, difundido luego por una cadena de televisión por suscripción mundialmente conocida, pudo ser identificada una dama de apellido Chacón (esposa de un entonces Alcalde caraqueño) o una hermana de ésta, como la persona que sacó el lienzo de la caja de seguridad de un banco parisino.
Las autoridades venezolanas no quisieron actuar. El cuadro se desapareció y se presume que habría ido a parar a México o Norteamérica. Pero hace poco supuestamente habría reaparecido en la mansión de Pedro Torres Ciliberto en la ciudad de Caracas.
No se descarta que un periodista y ex alto jerarca de la vida pública nacional venezolana y su hijo estén involucrados con la desaparición de “La Odalisca” de Matisse, que posiblemente no regrese al Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, de donde se desapareció, sino pase a decorar la pared de algún "boliburgués"."
Ahora imaginémonos nosotros lo que puede suceder si el gobierno logra centralizar todas las obras de arte del país, y almacenarlas en bodegas. El robo de un Matisse ya es un acto de corrupción miserable, como lo puede ser el enriquecimiento personal a través de robarle a la nación las obras del arte universal que tanto le han costado adquirir y que con tanto orgullo preservamos. Estamos ante Alarico, los Vándalos y Atila. El gobierno del tirano Hugo Chávez ya no se basta con los miles de millones de dólares del petróleo venezolano; su sed de riqueza y de desbancar al país alcanza el nivel insólito de robo de arte. Ahora imagínense que el gobierno centralice la administración de todos los museos públicos de la nación. ¿Podremos seguir confiando que aquellos maravillosos cuadros de Botero no pasen de la noche a la mañana a ser copias misteriosas? ¿La gran colección de grabados de Picasso irá a sobrevivir? Esto me hace recordar una anécdota que nos contaba un profesor (y padrino de nuestra promoción) en la escuela de estudios políticos: de cómo grandiosas obras de Kandinski pasaron décadas escondidas en las masmorras de la Unión Soviética, por representar un arte "burgués" en vez de expresar las "realidades objetivas del proletariado". Y es que el pensamiento comunista más perverso ha penetrado en las mentes de los oficiales de la tiranía. Pero no sólo pensamiento comunista. Esta serie de cosas me recuerda a la famosa colección de arte universal que tenía Goëring en su residencia, todos robados de los museos de toda Europa, y que no regresaron a sus lugares de origen sino hasta la caída del nazismo.

En definitiva, y reiterando ciertamente sobre el tema, Venezuela está viviendo una tiranía foragida, que en su sed de poder, riqueza, y de vengar todo su recentimiento, está "raspando la holla" en todos los sentidos. Los millones del petróleo no les son suficientes (asumiendo los 100.000 barriles de petróleo subsidiado que el tirano envía duariamente a Cuba). Esta gente no tiene límites a su bandalismo destructivo. Es imposible no preguntarse después de esto, ¿qué irá a quedar en Venezuela? Todo indica que nuestra ruta es Cartago.

Si quiere leer más: http://www.eluniversal.com.ve/2009/12/03/til_ava_un-libro-reconstruye_03A3144893.shtml

domingo, 9 de mayo de 2010

Venezuela y la muerte del poder judicial

Venezuela se caracteriza por noticias insólitas, muchas de las cuales llenan de indignación. Si nos pusieramos a contar todas y cada una de ellas podríamos escribir libros enteros. Pero hoy quiero comentar uno de los casos más descarados de abuso de poder que el presidente Chávez ha desplegado en los ultimos meses: el caso de la juez María Lourdes Afiuni. Cuando esta emitió una sentencia de liberación del banquero Eligio Cedeño, quince minutos después se presentaron oficiales del gobierno y la pusideron bajo arresto. Se dice que contra éste señor Chávez tiene una rencilla personal. No me extrañaría si la decisión de arrestar a la juez por desacatar la voluntad del presidente fue tan rápida.

En todo caso, la noticia la pueden encontrar fácilmente en internet, y yo sugiero una versión reciente del Washington Post en: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/04/24/AR2010042401791.html

Ahora lo importante de este acontecimiento tan brutal es la demostración clara y a la luz del día de que la separación de poderes, principio universal de los sistemas republicanos libres, no existe en Venezuela. La presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estela Morales, ha tenido el descaro de decir poco antes del arresto de la juez Afiuni que "no podemos seguir pensando en una división de poderes porque eso es un principio que debilita al Estado". Este discurso entra perfecto dentro de la racionalidad tiránica del presidente Chávez. Y es que es cierto que debilita al Estado, pero debemos preguntarnos a qué forma de Estado.

De acuerdo con los principios constitucionales de Venezuela, la división de poderes es un principio fundamental de la república, porque, ya desde John Locke se sabe que, de concentrar todos los poderes del Estado en una sola magistratura, el depositario de tal poder tenderá a abusar de él y buscará eternizarse en el poder. Este es el principio de todas las dictaduras desde Julio César. Debilita al Estado en tanto aparato que sirve a los intereses de un tirano, y no a los de la libertad de los ciudadanos de una república de leyes. Es precisamente la división de poderes la que protege al ciudadano y sus derechos en contra de la arbitrariedad. Bueno, este principio tan ampliamente aceptado en Occidente está totalmente en cuestionamiento en Venezuela. Todo para servir a los intereses de Chávez de eternizarse en el poder. El momento cumbre de la demostración de que en Venezuela no existe ninguna forma de garantía legal ante el poder de un tirano es el encarcelamiento totalmente arbitrario de la juez Afiuni el diciembre pasado. No se puede seguir creyendo que Venezuela es una república democrática después de este acto. Quien lo crea cae en el descrédito: la hipocrecía o la ingenuidad más idiota. Y es que veámoslo desde esta perspectiva; los jueces son tales porque juzgan, y no se puede juzgar si el juicio propio no es independiente. De no serlo, no hay juicio y no hay juez. Sin jueces no hay poder judicial; tan sólo un teatro orquestado con el único propósito de engañar, de mantener un rostro de legalidad inexistente. En Venezuela el poder judicial murió hace mucho tiempo.

El gobierno ya lo acepta abiertamente: actúan contrarios al principio de la división de poderes. Es decir, actúan en contra de la constitución republicana per se; es decir, no sólo contra la constitución venezolana concretamente, sino en contra de la idea constitucional de la república como la entendemos idealmente. Con el aumento de los presos en Venezuela desde que comenzó este año, y con un poder judicial completamente subordinado a los intereses de la tiranía de Hugo Chávez, cómo alguien puede esperar tener las más mínimas garantías legales de libertad. Antes a los jueces los removían de sus cargos, lo cual era ya de por si un acto de arbitrariedad detestable, pues ahora los meten presos. ¿Qué clase de democracia hay en Venezuela? Tal idea es uno de los grandes oximorones de nuestra época. Hay que decirlo con toda claridad: Chávez es un tirano que busca destruir por completo los simientos de libertad de nuestra república fundados en la separación de poderes para poder gobernar de por vida y sin oposición alguna.

Sin autonomía del poder judicial es imposible el imperio de la ley y la libertad. La tiranía se combate allí donde esta nazca. Venezuela padece una tiranía que quiere jugar a ser democrática. No podemos dejarnos engañar por una triquiñuela tan antigua como Octavio. En un país donde mucho se ha impedido a través de la resistencia pacífica al régimen del tirano, pareciera que cada día más son necesarios los Brutus y los Casius, o los Pazzi, la solución irracional al drama nacional que vive Venezuela.

Amigos, la tiranía tiene dientes y muerde con furia. No podemos esperar que con buenas intenciones y palabras educadas esta retroceda ante nuestra demanda de libertad.

sábado, 8 de mayo de 2010

El Arte y la Ciudad


Hoy estuve en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, también conocido como el MOMA. Desde hace unos días estoy en Nueva York y he tratado de aprovechar el espectáculo de su estructura. Pues bien, lo que quiero contar es una experiencia personal. Me encontraba paseando por los pasillos del museo, viendo la colección permanente con Van Goghs, Picassos, Dalís, etc., y de repente me consigo con una imágen fantástica: una ventana amplia que mostraba una imágen de Manhattan. Qué maravilla de espectáculo. Es decir, ninguno de los edificios más famosos de Nueva York se veían desde esa ventana, pero estaba tan bien posicionada, obra genial de los arquitectos, que me quede embobado por un rato observando el cielo poblado de edificios. Esto es algo que ya conozco desde hace un tiempo, y es que tengo una fascinación por las imágenes amplias de las ciudades modernas.

Me encantan los edificios de arquitecturas complejas, y Manhattan es el sitio perfecto para disfrutar de esa experiencia estética. Detallar los ángulos, los balcones, precisar la ornamentación de los techos, diferenciar los estilos de las ventanas y de los porches; todo resultaba demasiado mágico en esa imágen. Me causa gracia porque estaba rodeado de algunas de las obras más bellas del arte moderno, y sin embargo fue esa ventana hacia la ciudad la que me cautivó de manera tan contundente. Debo reconocer, y mi experiencia de esta tarde lo confirma, que el arte que más me fascina (junto con la música) es la arquitectura. Pero no la arquitectura del edificio concreto y solitario solamente, sino la composición de varios edificios maravillosos apilados unos a otros y ordenados de acuerdo con el urbanismo para crear el paisaje de la ciudad moderna. Ese espectáculo que no tiene un autor único, que no se le puede atribuir a más nadie sino a la historia, la cultura de un pueblo y a sus ciudadanos, ese resultado final del paisaje celeste de la ciudad, la impresión estética de los edificios conquistando las alturas, es una experiencia artística maravillosa tan valiosa como las grandes obras del arte moderno. Sin duda los arquitectos del MOMA estaban concientes de lo que hacían, cuando daban espacio en ciertos lugares para que los expectadores pudieran contemplar, de igual manera como lo hacen ante las obras de arte, el espectáculo de la ciudad moderna.

Admito
que me sentía un poco incomprendido, porque la gente lo que hace es pasar, ver la ventana y seguir, como si esta no fuera una obra de arte. Sin embargo para mi la experiencia estética de la contemplación de una ciudad tan bella es más fuerte que observar las grandes obras de los maestros de la modernidad.

domingo, 25 de abril de 2010

El ser humano: lo metafísico. Unas palabras de Heidegger


En anteriores entradas he procurado introducirme en el tema de lo que hace al humano humano y lo diferencia de los animales. El tema no es espurio, especialmente en vista de concepciones darwinistas que reducen lo humano a mera biología, con la necesaria consecuencia de que lo que hace a un hombre mejor a otro son sus cualidades fisiológicas. Nunca se exagera cuando se combate esta visión biologicista del hombre. Y a propósito de mi anterior cuestionamiento sobre la naturaleza real del ser humano, leyendo Heidegger (¿Qué es llamado Pensamiento?) me he topado con estos párrafos de muchísimo valor pedagógico, que sirve para nuestra discusión. Traduzco:

"Si seguimos la tradición y llamamos los sensual "físico," entonces la razón, lo supra-sensual, es lo que va más allá de lo sensual, lo físico; en griego, "más allá" es μετά (metá); μετά τά φυσικά (metá tá fysiká) significa más allá de lo físico, lo sensual; lo supra-sensual, al pasar más allá de lo físico, es lo metafísico. El hombre concebido como el animal racional es lo físico excediendo lo físico; en resumen -en la naturaleza del hombre como el animal racional, está agrupado el paso de lo físico a lo no-físico, lo supra-físico: así el hombre en sí mismo es lo metafísico." (Heidegger: What is Called Thinking?: p. 58).

"Para recordarnos sobre la definición esencial del hombre, Nietzsche lo llama el animal todavía indeterminado. Esto implica: homo est animal rationale. "Animal" no significa sólo cualquier ser viviente; las plantas, también, tienen vida, sin embargo no podemos llamar al hombre un vegetal racional. "Animal" significa bestia. El hombre es la bestia dotada con razón. La razón es la percepción de lo que es, lo cual siempre significa también lo que puede ser y debe ser. Percibir implica, en orden ascendente: dar bienvenida e integrar; aceptar e integrar el encuentro; agarrar cara a cara; emprender y mirar a través -y esto significa hablar a través. En latín hablar a través es reor; en griego ρεω (reo) es la habilidad de agarrar algo y verlo a través; reri es ratio; animal rational es el animal que vive al percibir lo que es, en la manera descrita. La percepción que prevalece dentro de la razón produce y aduce propósitos, establece reglas, provee medio y vías, y afina a la razón a los modos de la acción. La percepción de la razón despliega mientras esta multiplicidad proporciona, lo cual es primero que todo y siempre una confrontación, una presentación cara a cara. Así uno puede también decir: homo est animal rationale -el hombre es el animal que confronta cara a cara. Un simple animal, como un perro, nunca confronta nada, no puede nunca confrontar nada en su rostro; para hacerlo, el animal tendría que percibirse a sí mismo. No puede decir "yo," no puede hablar del todo. En contraste el hombre, de acuerdo con doctrinas metafísicas, es el animal confrontador que tiene la propiedad de que puede hablar. Sobre esta definición esencial -la cual no es, sin embargo, nunca pensada más completamente hasta sus raíces -está entonces construida la doctrina del hombre como la persona, cuya doctrina puede ser a partir de aquí expresada teológicamente. Persona significa la máscara del actor a través de la cual su cuento dramático es dicho. Si es el hombre el percibidor que percibe lo que es, nosotros podemos pensarlo como la persona, la máscara, del ser." (Ibid: p. 61).

Dejo estas reflexiones de una de las mentes más iluminadas del siglo XX para la reflexión sobre nuestro tema. Si lo que diferencia al ser humano de los animales es precisamente esa cualidad metafísica, supra-sensual, lo que nos diferencia entre humanos es también metafísico, y las diferencias físicas, como la raza, la estirpe, o la salud, son irrelevantes e intrascendentes en cuanto a lo que se refiere entre humanos. Por ello, toda concepción darwinista del hombre, como simples cuerpos bilógicos, no nos diferencia de los caballos, lo cual haría a un hombre pura sangre mucho más valioso que un hombre mezclado. Esta idea ya tuvo sus expresiones políticas en el siglo XX, y todos sabemos cuáles fueron. Repito, nunca está de más denunciar esa idea reducida del hombre que parte de principios darwinistas.

martes, 20 de abril de 2010

Liberalismo casi republicano

En una nota previa hablé de von Hayek y de mi explicación a lo que yo creo que es un grave prejuicio del pensamiento liberal (prejuicio que comparte, aunque de manera diferente, con el socialismo). Mi argumento no es contrario al individuo, pero crítico de la postura radical del liberalismo en su favor, evitando siempre desencadenar el colectivismo, uno de los errores más nefastos de la modernidad. Dentro de todo, von Hayek sigue siendo un liberal, pero en el cierre de su obra Camino de Servidumbre, establece unos criterios fundamentales con una claridad que me han dejado atónito. El que él, en tanto liberal, puntualice sobre estos detalles, es una contradicción con los principios individualistas del liberalismo clásico (del laissez faire), pero señala un avance en el pensamiento de los liberales en el siglo XX. Me refiero a detalles que hacen un llamado a aspectos comunitarios y a criterios comunes como justificación de la lucha en contra del Big Government (la burocracia centralizada), y la importancia del autogobierno local como forma de sustitución de los gobiernos dirigidos desde las capitales. Esto se sale por completo de la ortodoxia liberal e incursiona en pensamiento republicano. Al final von Hayek encalla en el individualismo. Sigue siendo liberal (y por tanto tiene una visión contradictoria); pero este llamado a lo común ya nos habla de un despertar en el pensamiento del siglo XX, y es una señal de que aquél liberalismo romántico del siglo XIX quedó más que sepultado. Con esto quiero abrir un par de citas que voy a compartir con ustedes, y cuyo contenido comparto casi al cien por ciento:

"Pocas dificultades debe haber para planificar la vida económica de una familia, y relativamente pocas para una pequeña comunidad. Pero cuando la escala crece, el nivel de acuerdo sobre la gradación de los fines disminuye y la necesidad de recurrir a la fuerza y a la coacción aumenta. En una pequeña comunidad existirá unidad de criterio sobre la relativa importancia de las principales tareas y coincidencia en las normas de valor, en la mayoría de las cuestiones. Pero el número de estas decrecerá más y más cuando mayor sea la red que arrojemos; y como hay menos comunidad de criterios, aumenta la necesidad de recurrir a la fuerza y la coerción. (...) Cuando se trata de ayudar a personas cuyos hábitos de vida y formas de pensar nos son familiares, o de corregir la distribución de las rentas o las condiciones de trabajo de gentes que nos podemos imaginar bien y cuyos criterios sobre su situación adecuada son, en lo fundamental, semejantes a los nuestros, estamos generalmente dispuestos a hacer algún sacrificio" (von Hayek: 1944)

"Difícilmente preservaremos la democracia o fomentaremos su desarrollo si todo el poder y la mayoría de las decisiones importantes corresponden a una organización demasiado grande para que el hombre común la pueda comprender o vigilar. En ninguna parte ha funcionado bien, hasta ahora, la democracia sin una gran proporción de autonomía local, que sirve de escuela de entrenamiento político, para el pueblo entero tanto como para sus futuros dirigentes. Sólo donde la responsabilidad puede aprenderse y practicarse en asuntos que son familiares a la mayoría de las personas, donde lo que guía a la acción es el íntimo conocimiento del vecino más que un saber teórico sobre las necesidades de otras gentes, puede realmente el hombre común tomar parte en los asuntos públicos, porque éstos conciernen al mundo que él conoce. Cuando el objetivo de las medidas políticas llega a ser tan amplio que el conocimiento necesario lo posee casi exclusivamente la burocracia, decaen los impulsos creadores de las personas particulares" (Ibid).

¡Estos pasajes son maravillosos! Aunque luego de argumentar a lo largo de todo el libro por motivos casi estrictamente económicos, y las virtudes del libre mercado, concluye con una argumentación de caracter absolutamente político. Ya no es sólo el valor del individuo como sujeto económico lo que hace un llamado en contra del Estado burocrático, sino el valor concreto que tiene la política y los cosas comunes para los ciudadanos de un país libre. Claro, von Hayek sigue siendo modesto en estas conclusiones, pero están tomadas en cuenta con mucha atención. No es del todo republicano; todavía la impronta liberal economicista es fuerte; pero se nota ya un conocimiento sobre la importancia de lo común en la vida del ciudadano y sólo harían falta unos años antes de que Arendt publicara La Condición Humana.

"Nunca evitaremos el abuso del poder si no estamos dispuestos a limitarlo en una forma que, ocasionalmente, puede impedir también su empleo para fines deseables" (Ibid).

sábado, 17 de abril de 2010

Dos Dogmas: Evolución vs. Creación

Desde hace más o menos un siglo un nuevo dogma ha surgido en la mente del hombre moderno occidental, lo cual no es más que una prueba adicional de que los occidentales somos dogmáticos y universalistas en nuestras pretensiones. Este nuevo dogma es la evolución. Hoy en día se utiliza para desacreditar a cualquier forma de creyentes en el mito de la creación (la palabra mito proviene del griego mythos, que significa "la palabra dicha", y que en principio no es contradictoria con logos, que significa algo como "conocimiento racional", aunque comúnmente se ponen estas dos palabras como opuestas). ¿Por qué es motivo de escándalo y burla el que alguien, especialmente si es una autoridad politizada, afirme su convicción en el mito de la creación sobre la teoría de la evolución? ¿No es acaso esta actitud otra forma de dogmatismo, ya no en las Sagradas Escrituras sino en el conocimiento científico? ¿Hasta qué punto las ciencias, que cada cierto tiempo se desmienten a sí mismas de manera recurrente, son hoy en día la base de donde todo el espíritu dogmático de occidente se construye? Yo he optado por darle mi voto de confianza a las ciencias, como técnica del hombre para controlar a la naturaleza; no necesariamente para conocerla por completo. Tal cosa no está del todo demostrada.

Ahora a lo que vamos, la evolución es hoy en día abanderada como una verdad absoluta e incontrovertible por los que creen en ella. Es casi una creencia religiosa. Sin embargo no se puede dudar de que existan pruebas contundentes de la evolución de las especies vivas de la tierra. Por este motivo voy a dar una breve explicación de por qué creo que el tema de la evolución del ser humano está totalmente desviada. No niego que la evolución sea una teoría plausible para explicar el estado actual de la naturaleza. Negarlo sería el extremo de la ceguera. Afirmarlo sería descartar buena parte del mito de la creación como se nos presenta en las Sagradas Escrituras. Dios no creó al mundo en siete días; lo cual vendría a ser la interpretación mitológica muy antigua del pueblo judío, mucho antes del milagro griego y del surgimiento del logos. Hasta aquí el argumento de la evolución parece aceptable. El punto clave está en lo siguiente: la teoría de la evolución de Darwin, biologicista en extremo, no puede explicar el surgimiento del ser humano como ser espiritual. Es decir, carece de todo contenido metafísico que explique el problema del sujeto de lo humano, y por ende nos deja como si fuéramos simples máquinas biológicas en estado de constante evolución. Esto contradice la propia experiencia de nuestra existencia subjetiva, el hecho de que tenemos conciencia de sí. Biológicamente se puede explicar la naturaleza humana, pero no al espíritu humano, que queda por completo descartado en el análisis evolucionista, como si no existiera. Amigos, esto no es más que un prejuicio cientificista. La ciencia no demuestra ni refuta absolutamente nada que tenga que ver con el espíritu humano. Tal tema sencillamente se le va de las manos. En principio ni siquiera se planteó que tal cosa fuera su objeto de estudio. Por ello, la creencia de que los seres humanos no somos más que primates, repotenciados cerebralmente a través de un proceso de evolución biológica, no sólo no está ni cerca de ser demostrada, sino que no puede ser demostrada jamás, porque el brinco de la biología a la metafísica es algo que la teoría de la evolución no puede abordar de ninguna manera dentro de su método. De esta carencia metodológica inherente a la ciencia, a descartar automáticamente la existencia del espíritu humano, no es más ni menos que un prejuicio.

Mi respuesta a ello, y el punto en el que, como cristiano, rescato el mito de la creación como metáfora del surgimiento del espíritu humano, es que lo que nos diferencia de los animales, lo humano en sí, lo que ha sido llamado por los filósofos de distintas maneras (ser racional, animal político, ser moral, conciencia de sí, sujeto existencial, acción y discurso, etc.), es producto de un milagro creado y dado a nosotros por Dios. Si bien el universo tiene miles de millones de años siendo, y si bien la vida surgió en el planeta Tierra, y sólo luego de otros tantos millones de años de evolución biológica surgió en un animal lo humano en sí, no puede ser explicado por nada más que por un milagro. Ese salto de seres animales concientes absolutamente sólo del presente e inconcientes por completo de la noción del "yo", a una capacidad casi ilimada (en comparación con el estadio anterior de los animales) de nuestra mente, tener conciencia de nosotros como sujetos individuales y de los otros en tanto tales, del desarrollo de las artes hasta los niveles más sublimes, de la comprensión de la naturaleza hasta el nivel más abstracto y de la capacidad de pensar y formar ideas sumamente complejas, y en definitiva, la capacidad de ponernos en contacto con lo universal divino (con Dios), es un fenómeno totalmente milagroso que no se comprende de ninguna manera dentro de esquemas biologicistas. La típica explicación cientificista y psicologicista de las creencias del ser humano en entes divinos es que las culturas primitivas, que al no conocer nada de la naturaleza, utilizan a la deidad como sustituto, o a una necesidad ingenua de los individuos de tener fe en algo trascendental para darle sentido a sus vidas. Si se debe a cierto primitivismo cultural y psicológico, ¿por qué los animales, mucho más primitivos que nosotros, no sienten necesidad de lo divino y universal? ¿En qué momento de la evolución dejamos de creer en lo inmanente de la naturaleza y pasamos a creer en lo trascendente de Dios, para luego volver a creer en lo inmanente de la naturaleza gracias a la propia evolución? Este regreso parece contradictorio, y no explica por qué las culturas primitivas y las psicologías ingenuas creen en Dios mientras que los animales, infinitamente más primitivos y más ingenuos, no lo hacen.

Hay algo muy dogmático en la creencia en la evolución del hombre. Un dogmatismo que compite con las creencias religiosas. La biología sólo entiende que somos electricidad circulando por el cerebro. No tiene manera de explicar nuestra conciencia de sujetos. Para ella somos sólo máquinas orgánicas vacías de contenido. He aquí donde ni la teoría de la evolución, ni ninguna de las ciencias logra aprehender al espíritu humano en sí mismo. Solo nos da detalles de nuestro funcionamiento biológico; detalles que son sumamente útiles pero que no nos explican en nada lo que realmente somos.

¿En qué momento nos hicismos humanos? y ¿fue esto producto de una evolución biológica o de un milagro de Dios?