sábado, 8 de mayo de 2010

El Arte y la Ciudad


Hoy estuve en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, también conocido como el MOMA. Desde hace unos días estoy en Nueva York y he tratado de aprovechar el espectáculo de su estructura. Pues bien, lo que quiero contar es una experiencia personal. Me encontraba paseando por los pasillos del museo, viendo la colección permanente con Van Goghs, Picassos, Dalís, etc., y de repente me consigo con una imágen fantástica: una ventana amplia que mostraba una imágen de Manhattan. Qué maravilla de espectáculo. Es decir, ninguno de los edificios más famosos de Nueva York se veían desde esa ventana, pero estaba tan bien posicionada, obra genial de los arquitectos, que me quede embobado por un rato observando el cielo poblado de edificios. Esto es algo que ya conozco desde hace un tiempo, y es que tengo una fascinación por las imágenes amplias de las ciudades modernas.

Me encantan los edificios de arquitecturas complejas, y Manhattan es el sitio perfecto para disfrutar de esa experiencia estética. Detallar los ángulos, los balcones, precisar la ornamentación de los techos, diferenciar los estilos de las ventanas y de los porches; todo resultaba demasiado mágico en esa imágen. Me causa gracia porque estaba rodeado de algunas de las obras más bellas del arte moderno, y sin embargo fue esa ventana hacia la ciudad la que me cautivó de manera tan contundente. Debo reconocer, y mi experiencia de esta tarde lo confirma, que el arte que más me fascina (junto con la música) es la arquitectura. Pero no la arquitectura del edificio concreto y solitario solamente, sino la composición de varios edificios maravillosos apilados unos a otros y ordenados de acuerdo con el urbanismo para crear el paisaje de la ciudad moderna. Ese espectáculo que no tiene un autor único, que no se le puede atribuir a más nadie sino a la historia, la cultura de un pueblo y a sus ciudadanos, ese resultado final del paisaje celeste de la ciudad, la impresión estética de los edificios conquistando las alturas, es una experiencia artística maravillosa tan valiosa como las grandes obras del arte moderno. Sin duda los arquitectos del MOMA estaban concientes de lo que hacían, cuando daban espacio en ciertos lugares para que los expectadores pudieran contemplar, de igual manera como lo hacen ante las obras de arte, el espectáculo de la ciudad moderna.

Admito
que me sentía un poco incomprendido, porque la gente lo que hace es pasar, ver la ventana y seguir, como si esta no fuera una obra de arte. Sin embargo para mi la experiencia estética de la contemplación de una ciudad tan bella es más fuerte que observar las grandes obras de los maestros de la modernidad.

2 comentarios:

Cayetano dijo...

Todo es cuestión de gustos, de apreciaciones estéticas. La gente que vive en la montaña no aprecia lo que tiene alrededor. Me imagino que a los ciudadanos de New York les pasará lo mismo con su ciudad. Son los que vienen de fuera los que se quedan extasiados por la novedad. Cuando el arte se vuelve cotidiano y monótono, ya no sorprende y aburre.
Saludos.

Thaelman dijo...

Si compañero, he notado eso. Me sucedió con mi universidad, que está rodeada de obras de arte, pero a veces procuraba regresar a la contemplación de mis alrededores. No se puede perder la noción de lo estético. Cada vez que salgo del subway en midtown de Manhattan, el espectáculo ante mis ojos es fascinante. No pareciera que muchos newyorkinos estuvieran concientes de la belleza estética de su ciudad. Aunque sin duda muchísimos si están orgullosos de ella.
Un saludo Cayetano.