Estando en el desierto, en la segunda tentación el Diablo transporta a Cristo a la cima del templo de Jerusalém, y reta a Jesús a brincar sobre el vacío, citando como argumento el Salmo 91:11: "Pues El a sus ángeles mandará cerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tus pies no tropiecen contra piedra". De esta manera pone a prueba a Cristo, pues, si es éste el verdadero hijo de Dios, su padre no permitirá que se mate en la caida. Jesús le responde citando al libro Deuteronomo 6:16 diciendo: "No pondrás al Señor, tu Dios, a prueba". Una interpretación de este suceso sigue así:
"El Diablo prueba ser un experto en la Biblia que puede citar el salmo a la perfección. Toda la conversación de la segunda tentación toma la forma de una disputa entre dos eruditos de la Biblia" (p. 35).
"La práctica común hoy en día es medir la Biblia contra la llamada visión moderna del mundo, cuyo dogma fundamental es que Dios no puede actuar en la historia- que todo lo referente a Dios debe ser relegado al dominio de la subjetividad. Entonces la Biblia ya no habla de Dios, el Dios vivo; no, ahora sólo nosotros hablamos y decidimos lo que Dios puede hacer y lo que nosotros haremos y debemos hacer. Y el Anticristo, con un aire de excelencia erudita, nos dice que cualquier exégesis que lea a la Biblia desde la perspectiva de la fe en el Dios viviente, en orden para poder escuchar lo que Dios tiene que decir, es fundamentalismo; el quiere convencernos de que sólo su tipo de exégesis, la supuesta puramente de tipo científico, en la que Dios no dice nada y no tiene nada que decir, es capáz de mantenerse al corriente de los tiempos" (p. 35-36).
"El asunto en juego en esta segunda tentación ha sido recolectada en el motivo de 'pan y circo'. La idea es la de que una vez proporcionado el pan, también un espectáculo debe ser ofrecido. En vista de que la satisfacción corporal obviamente no es suficiente para el hombre, entonces ésta interpretación sigue; aquellos que se niegan a permitir a Dios tener algo que ver con el mundo y con el hombre están forzados a proporcionar la energía de exitar los estímulos, la emoción que reemplaza la admiración religiosa, y la aparta del camino" (p. 36).
La respuesta de Cristo "No pondrás al Señor, tu Dios, a prueba" (Deut 6:16) "alude a la historia de cómo Israel casi perece de sed en el desierto. Israel se rebela contra Moisés, y haciéndolo se rebela contra Dios. Dios tiene que probar que él es Dios. La Biblia describe esta rebelión como sigue: 'Ellos pusiéron al Señor a prueba diciéndo, <¿Está el Señor entre nosotros o no?>" (Exodo 17:7). El asunto, entonces, es el que ya hemos encontrado: Dios tiene que someterse a experimento. El es 'probado', justo como los productos son probados. El debe someterse a las condiciónes que nosotros decimos que son necesarias si es que vamos a alcanzar certeza. Si no nos ofrece ahora la protección que nos promete en el Salmo 91, entonces simplemente el no es Dios. El habrá mostrado que su propia palabra, tanto como él mismo, es falsa" (p. 37).
"La arrogancia que haría de Dios un objeto, e impone nuestras condiciones de laboratorio sobre él, es incapáz de encontrarlo. Pues ya implica que negamos a Dios en tanto Dios al ponernos a nosotros mismos por encima de él, al descartar la dimensión total del amo, del escuchar internamente; al no aceptar nada más como real mas que lo que podemos probar y agarrar experimentalmente. Pensar así es hacerse uno mismo Dios. Y hacer esto no es sólamente desarraigar a Dios, sino también al mundo y a uno mismo" (p. 37).
"El Reino de Cristo es diferente a los reinos de la tierra y su esplendor, que Satanás desfila ante él [Jesús]. Este esplendor, como indica la palabra griega doxa, es una apariencia ilusoria que se desintegra. Este no es el tipo de esplendor que pertenece al Reino de Cristo. Su Reino crece desde la humildad de la proclamación de aquéllos que acuerdan convertirse en sus dicípulos, que son bautizados en el nombre del Dios trinitario, y que mantienen sus mandamientos" (p. 39).
Nuevamente los pasajes citados con del libro del Papa Benedicto XVI, publicado en su versión traducida al inglés en 2007. La segunda tentación queda como demostración de la arrogancia de cualquier forma de aproximación cientificista al problema de Dios y de la fe. En tanto que somos seres humanos, terrestres, atados a nuestras condiciones, no podemos explorar con la ciencia, ni ningún método racionalista, la realidad del Dios viviente, ni legítimamente cuestionar la fe de sus creyentes. Repito, expongo estos párrafos como parte de mi cruzada personal para luchar contra los oponentes del Cristainismo y su Iglesia, que tanto abundan hoy en día y que disfrutan de una publicidad abrumadora.
viernes, 13 de agosto de 2010
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