viernes, 23 de julio de 2010

Lectura del Sermón de la Montaña

Mateo 5:3-12

3 Bienaventurados los pobres
en espíritu: porque de ellos es el
reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran:
porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos:
porque ellos recibirán la tierra
por heredar.
6 Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia:
porque ellos serán hartos.
7 Bienaventurados los misericor-
diosos: porque ellos alcanzarán
misericordia.
8 Bienaventurados los limpios
de corazón: porque ellos verán
a Dios.
9 Bienaventurados los pacifica-
dores: porque ellos serán llama-
dos hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que
sufren persecusión por causa de
la justicia: porque de ellos es el
reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuan-
do os vituperen y os persiguie-
ren, y dijeren de vosotros todo
mal por mi causa, mintiendo.
12 Gozaos y alegraos; porque
vuestra merced es grande en
los cielos: que así persiguieron
a los profetas que fueron antes
de vosotros.

Así concluye la primera parte del Sermón de la Montaña, la promesa del Cristianismo a la humanidad. Sus enemigos lo han interpretado maliciosamente, como una declaración de conformismo y opresión. Los progresistas, desde Voltaire hasta hoy, sueñan con un mundo sin oprimidos, sin injusticia, sin diferencias, sin dolor. Por ello desprecian la promesa del Cristianismo como vana, irreal, ilusoria, embustera; mientras que prometen un mundo de paz y concordia que nunca vino, que se convirtió en argumento pero las peores tiranías, y sólo ha logrado incrementar el dolor y el error. Fueron ingénuos en su arrogancia. No comprendieron que el mensaje de Cristo es un mensaje a todo individuo que algún dolor o aflicción padece, y que siendo absolutamente imposible erradicar la injusticia del mundo, el reino de Dios es un reino donde todas esas ofensas y marcas de la vida son compensadas en un equilibrio perfecto. El deseo de vengar las aflicciones sólo lleva a la perdición, a mayor injusticia en la tierra, y a la condena definitiva de nuestras almas. ¿Por qué? Porque fuimos demasiado arrogantes; creímos que podíamos hacer el trabajo de Dios en un mundo imperfecto con nuestras conciencias imperfectas. No se trata de padecer a drede, no se trata de imponerse una vida de miseria; se trata de preservar la convicción de que sea cual fuere la injusticia que hemos sufrido en este mundo, por ellas seremos recompensados en el reino de Dios. Tal justicia no puede ser engañada con triquiñuelas e hipocrecía. El compromiso de la fe debe ser verdadero o no ser. He allí el dilema.

2 comentarios:

Colotordoc dijo...

Quizás la enesñanza más importante del sermón de la montaña es como dirigirse a Dios:
Padrenuestro, que estas en los Cielos, santificado sea tu nombre,venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan de cada día y perdona nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y libranos del mal Amén.
También dio una interpretación a las antiguas escrituras.
Saludos Thaelman. Hoy día de Caracas y de Santiago Apóstol

Thaelman dijo...

Compañero Manuel,

Ultimamente le he estado metiendo bastante reflexión al tema de la moral cristiana en nuestros días y su alarmante debilidad entre los pueblos cristianos. En una época en la que pareciera que todos los ideales elevados de la modernidad se han caído a pedazos, y ya nadie ofrece ninguna salida creible, el rescate del cristianismo me parece fundamental.

Saludos.