Con un mes cumplido en la ciudad de Nueva York, siento que ya es buena hora para explicar los motivos por los cuales soy republicano. Esta es una ciudad muy liberal, y la etiqueta de republicano tiende a ser motivo para muchas confusiones. Explicaré un poco en qué consisten y los motivos por los cuales creo que la gente tiene esta opinión.
Existe una opinión más o menos difundida de que el partido republicano es un partido de oligarcas, de hombres de negocios, amigos de Wall Street, multimillonarios y petroleros. La experiencia de la administración Bush da mucho pie a esta creencia. Sin duda esa administración estuvo muy marcada por la presencia de hombres de los altos negocios del petróleo y otros amigos de la libertad de los Wall Street guys a hacerce millonarios. Pero no debemos olvidar que esto fue sólo una administración, un liderazgo históricamente concreto y delimitado; que no es motivo para universalizar sobre toda la base de principios republicanos del partido fundado por Abraham Lincoln e inspirado en el antiguo partido Demócrata-Republicano de Thomas Jefferson. A nadie le gustan los oligarcas. A mí tampoco me agradan en lo más mínimo. Pero he aquí los motivos por los cuáles yo soy republicano, motivos que representan mi convicción en valores que existen en el actual GOP, pero que han quedado apartados por esta visión neoconservadora de la política.
El primero y más importante de todos los principios, desde el cual parten todas las demás ideas republicanas: el patriotismo. En pocas palabras, la firme convicción de que mis intereses individuales, y los de mis allegados y partidarios, son necesariamente secundarios al lado del bien de la república. Todos somos naturalmente egoístas, pero el patriotismo es un llamado excepcional a sacrificar dicho egoísmo en el momento en el que el país al que uno pertenece exige un compromiso que nos puede incluso costar hasta lo más grande; la vida misma. Es la idea de que yo soy un ciudadano más, menos importante que el conjunto de toda la república, y más pequeño que toda su grandeza, por lo cual no está justificado de ninguna manera el sacrificar los interses de mí país por mis interses personales. En definitiva, creer que el bienestar de mí país está por encima de mí bienestar propio y del de cualquier otro pueblo, si llegasen a ser contradictorios (lo cual no pasa todo el tiempo).
Patriotismo viene del latín patria, la tierra donde naciéron mis antepasados; o lo que es similar, la tierra sobre la que yo un día seré el antepasado de mis descendientes. Es el sacrificio de uno mismo por la idea de la libertad que en el futuro disfrutarán mis descendientes y sus semejantes. Patriotismo sin libertad no existe, porque sólo la libertad nos hace iguales en tanto ciudadanos. La República exige la libertad y la igualdad entre los ciudadanos, porque sólo así yo puedo sacrificar mi bien individual por el bien que disfrutan todos mis semejantes; bien que vuelve a ser esa libertad e igualdad que me une al cuerpo civil entero. Ante todo la república, luego vengo yo. Ese es el principio republicano por excelencia y que es imposible en otras formas de gobierno donde algunos disfrutan de privilegios que a todos los demás le están excluídos.
El conservadurismo es el segundo principio que me lleva al republicanismo. Sin embargo, el conservadurismo no es más que una conclusión lógica del patriotismo. Porque si se trata de amar a la patria, se la ama tal cual es. El conservadurismo parte de la idea de que el país al cual amamos y del cual nos sentimos orgullosos, es un país que debemos cuidar con prudencia, y no dejarnos controlar por los deseos egoístas de seguridad personal que debilitan las bases de la república. La moral pública es la base espiritual más fuerte y profunda para la preservación de los valores de libertad e igualdad de la república. Sin esa moral, todo el sistema de derecho, todas las normas de convivencia, se quedan vacías de contenido, como un edificio abandonado y en ruinas que, al carecer de habitantes, podemos derrumbar sin muchos problemas. Nuevamente es el amor a nuestro país lo que nos lleva a conservar sus costumbres más antiguas, que no son necesariamente racionales. La moral privada es un problema del individuo con Dios; la moral pública es un problema mío entre mis semejantes con quienes comparto una vida y unos bienes en común: la república, su libertad y su igualdad expresadas en el derecho.
Soy republicano porque creo en el sacrificio del patriotismo, como una de las acciones más nobles y más engrandecedoras del espíritu humano. No me gustan los demócratas porque, por su ideología welferista, realzan y estimulan los deseos egoístas de los individuos por la seguridad personal y su voluntad de libertinaje por encima del bien de la república. El supuesto altruismo demócrata esconde un deseo profundo de asegurar mis deseos inmediatos del compromiso que me exige mi país. Al final no es más que hipotecar hoy, a través de la intervención del Estado, la libertad que nos va a ser necesaria en el mañana. Yo no estoy con el Estado, yo estoy con la República. El primero nos oferce seguridad, la segunda nos ofrece libertad. El primero nos cuida de todo daño, la segunda promueve nuestra grandeza espiritual. Y como dijo maravillosamente el presidente Kennedy, palabras que no deben ser olvidadas jamás: "No preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país."
viernes, 4 de junio de 2010
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3 comentarios:
Es bueno el patriotismo, pero hay que tener cuidado y prudencia con su práctica. Porque llevado a los extremos puede matar en nosotros la visión universal del ser humano, que es su dimensión más maravillosa; puede también conducirnos al provincianismo o a su peligroso primo el chauvinismo.
Y no creo que el patriotismo sea una especificidad del ser Republicano. De hecho, tu citado John F. Kennedy era demócrata. Y el chavismo tiene un profundo fundamento patriota.
Creo que hay que buscar un equilibrio entre seguridad y libertad. No me fío de los extremos que tienden o a anular la libertad del individuo o a limitar en lo esencial el papel regulador del Estado. En el punto medio está la virtud.
Un saludo.
El chavismo no es patriota, es patriotero, en el sentido de que usan y desusan el discurso. Robarle a la república es uno de los peores daños que se le puede hacer. Ningún patriota de verdad robaría a la república por su bien personal. Tal idea equivale a la traición a la patra, precisamente.
Y pues, tal cosa como visión de la humanidad, a mi parecer, es un mito de los siglos 19 y 20. No hay tal cosa como humanidad. Es una palabra etérea, que no representa nada práctico en el mundo de la realidad. Es una palabra progresista sin contenido. El país está por encima de la humanidad, porque el país es real, tangible, espiritualmente complejo. La humanidad es una idea amorfa de la sumatoria de todos los individuos del planeta Tierra. Naciones Unidas es el ejemplo más claro de ello. Que cada quien ame a su país con orgullo. Lo demás es historia.
El punto medio siempre es importante, porque sólo en el punto medio podemos distinguir lo que es bueno de lo que es malo para la república. Precisamente ser patriota se trata de ser moderado. Amar a tú país con absoluto fervor, pero siempre con modestia y sinceridad. Eso te obliga a reflexionar con profundidad sobre su bienestar, lo cual exige ver las dos caras de la moneda en todos los asuntos. El fanatismo es también dañino para la república.
Saludos.
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