Venezuela se caracteriza por noticias insólitas, muchas de las cuales llenan de indignación. Si nos pusieramos a contar todas y cada una de ellas podríamos escribir libros enteros. Pero hoy quiero comentar uno de los casos más descarados de abuso de poder que el presidente Chávez ha desplegado en los ultimos meses: el caso de la juez María Lourdes Afiuni. Cuando esta emitió una sentencia de liberación del banquero Eligio Cedeño, quince minutos después se presentaron oficiales del gobierno y la pusideron bajo arresto. Se dice que contra éste señor Chávez tiene una rencilla personal. No me extrañaría si la decisión de arrestar a la juez por desacatar la voluntad del presidente fue tan rápida.
En todo caso, la noticia la pueden encontrar fácilmente en internet, y yo sugiero una versión reciente del Washington Post en: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/04/24/AR2010042401791.html
Ahora lo importante de este acontecimiento tan brutal es la demostración clara y a la luz del día de que la separación de poderes, principio universal de los sistemas republicanos libres, no existe en Venezuela. La presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estela Morales, ha tenido el descaro de decir poco antes del arresto de la juez Afiuni que "no podemos seguir pensando en una división de poderes porque eso es un principio que debilita al Estado". Este discurso entra perfecto dentro de la racionalidad tiránica del presidente Chávez. Y es que es cierto que debilita al Estado, pero debemos preguntarnos a qué forma de Estado.
De acuerdo con los principios constitucionales de Venezuela, la división de poderes es un principio fundamental de la república, porque, ya desde John Locke se sabe que, de concentrar todos los poderes del Estado en una sola magistratura, el depositario de tal poder tenderá a abusar de él y buscará eternizarse en el poder. Este es el principio de todas las dictaduras desde Julio César. Debilita al Estado en tanto aparato que sirve a los intereses de un tirano, y no a los de la libertad de los ciudadanos de una república de leyes. Es precisamente la división de poderes la que protege al ciudadano y sus derechos en contra de la arbitrariedad. Bueno, este principio tan ampliamente aceptado en Occidente está totalmente en cuestionamiento en Venezuela. Todo para servir a los intereses de Chávez de eternizarse en el poder. El momento cumbre de la demostración de que en Venezuela no existe ninguna forma de garantía legal ante el poder de un tirano es el encarcelamiento totalmente arbitrario de la juez Afiuni el diciembre pasado. No se puede seguir creyendo que Venezuela es una república democrática después de este acto. Quien lo crea cae en el descrédito: la hipocrecía o la ingenuidad más idiota. Y es que veámoslo desde esta perspectiva; los jueces son tales porque juzgan, y no se puede juzgar si el juicio propio no es independiente. De no serlo, no hay juicio y no hay juez. Sin jueces no hay poder judicial; tan sólo un teatro orquestado con el único propósito de engañar, de mantener un rostro de legalidad inexistente. En Venezuela el poder judicial murió hace mucho tiempo.
El gobierno ya lo acepta abiertamente: actúan contrarios al principio de la división de poderes. Es decir, actúan en contra de la constitución republicana per se; es decir, no sólo contra la constitución venezolana concretamente, sino en contra de la idea constitucional de la república como la entendemos idealmente. Con el aumento de los presos en Venezuela desde que comenzó este año, y con un poder judicial completamente subordinado a los intereses de la tiranía de Hugo Chávez, cómo alguien puede esperar tener las más mínimas garantías legales de libertad. Antes a los jueces los removían de sus cargos, lo cual era ya de por si un acto de arbitrariedad detestable, pues ahora los meten presos. ¿Qué clase de democracia hay en Venezuela? Tal idea es uno de los grandes oximorones de nuestra época. Hay que decirlo con toda claridad: Chávez es un tirano que busca destruir por completo los simientos de libertad de nuestra república fundados en la separación de poderes para poder gobernar de por vida y sin oposición alguna.
Sin autonomía del poder judicial es imposible el imperio de la ley y la libertad. La tiranía se combate allí donde esta nazca. Venezuela padece una tiranía que quiere jugar a ser democrática. No podemos dejarnos engañar por una triquiñuela tan antigua como Octavio. En un país donde mucho se ha impedido a través de la resistencia pacífica al régimen del tirano, pareciera que cada día más son necesarios los Brutus y los Casius, o los Pazzi, la solución irracional al drama nacional que vive Venezuela.
Amigos, la tiranía tiene dientes y muerde con furia. No podemos esperar que con buenas intenciones y palabras educadas esta retroceda ante nuestra demanda de libertad.
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2 comentarios:
Creo Thaelmann que aún tienes esperanzas sobre el país.
Es una opinión particular, pero mientras esta banda de forajidos este en el poder y le dejemos hacer n habrá esperanzas.....
Ahora bien, aunque siempre se levanta expectativas antes de cada elección, no se como hace pero terminan desbaratandolas......
Saludos
Hola Manuel,
Bueno, el tema electoral en Venezuela levanta muchas opiniones encontradas, porque lo ideal sería salir de este régimen con los votos y en las urnas. Pero cómo podemos confiar en lograrlo si el poder judicial, la asamblea nacional y "el poder" electoral están secuestrados por el ejecutivo de manera explícita.
En todo caso, con el pasar de los meses queda más en evidencia que toda nuestra constitución es un teatro orquestado con el único propósito de esconder la tiranía de Hugo Chávez. El gran dilema consiste en jugar o no dentro de una constitucionalidad ficticia y con una reglas de juego evidentemente injustas. La opción democrática muchas veces parece ser un camino ingenuo, incluso para los que creemos firmemente en ella.
Un abrazo.
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