viernes, 18 de diciembre de 2009

El cristiano moderno


"De mi diré que soy un hijo del siglo [XIX], un hijo de la incredulidad y de la duda, y (lo sé muy bien) lo seré hasta la tumba. Qué terribles tormentos me causa ahora esta sed de creer que es tanto más fuerte en mi alma cuanto más numerosos son los argumentos en contra. Y, sin embargo, Dios me envía a veces minutos de completa serenidad. En estos momentos es cuando hago una profesión de fe en la que todo es claro y sagrado. Esta profesión de fe es muy sencilla; hela aquí: creer que no hay nada más hermoso, profundo, simpático, razonable, valiente ni perfecto que Cristo. No solamente no hay más que esto, sino que -me lo digo con celoso amor- no puede haberlo. Mejor aún: si alguien me hubiera probado que Cristo está fuera de la verdad, y si hubiera realmente probado que la verdad está fuera de Cristo, hubiera preferido estar con Cristo antes que con la verdad"

Estas profundamente honestas palabras de Dostoievski, hasta ahora mi escritor preferido, reflejan con un talento tremendo la condición del cristiano moderno. Esta aceptación ciega del dogmatismo por encima de la verdad, esta afirmación de la fe por encima de la razón es el callejón sin salida al que se enfrenta todo occidental mínimamente crítico. Pues hay los que dejan el tema de lado, lo ignoran, y se despreocupan en diversiones y frivolidades. Pero hay los que no podemos rechazar el tema, y que le damos vuelta al asunto, y nos damos cuenta que toda la ciencia, toda la voluntad de verdad, todo el esfuerzo de la razón, al final no responden a la persona humana ninguna de las preguntas verdaderamente importantes, que son las preguntas cuyas respuestas le dan un sentido a la vida. El nihilismo, la aceptación conciente del absurdo de la vida, nos lleva a desperdiciarla en placeres mundanos o abrazar ideologías autodestrictivas que amargan nuestra existencia y la de los demás.

Vuelvo a citar a Nietszche, "Dios ha muerto", y yo agregaría que es, quizá, el acontecimiento más desalentador y desafortunado de toda la modernidad. El ejemplo de Cristo hoy en día es sustituido por éxitos de mercadeo como el "Evangelio de Judas", "El código da Vinci", los "Evangelios apócrifos" que la Iglesia Católica esconde tan maliciosamente, y toda una serie de literatura new age que le hace a las personas muchísimo daño. A gente que depositan su esperanza de vida en Cristo, que viven felices por su fe, y que día a día son atacados por una cultura materialista, la madre del consumismo, y son agredidos a donde vayan, tildados de retrógrados, atrasados, supersticiosos, engañados y hasta ignorantes. Esta es una verdad que es más presente en unos países que en otros, más en Europa que en América.

De todo esto el cristiano vuelve a surgir como una figura de martirio, no ya como en los tiempos de Nerón que eran perseguidos y echados a morir en el circo, sino como personas comunes cuyas creencias son todos los días, a toda hora, bombardeada por una cultura que genera, sin lugar a dudas, una terrible contradicción interna. De todos los argumentos racionalista, cientificista, psicoanalista y materialista, sólo se logran responder ciertas verdades de la condición humana. Pero las grandes preguntas quedan en vacío. El resultado es el cada vez peor relativismo ético que se reproduce en nuestra civilización, y que se resume brillantemente con la frase de Kirilov, uno de los personajes más enigmáticos de la novela de Dostoievski Los Demonios, cuando llega a la cinclusión de que "Si Dios no existe, yo soy Dios". Kirilov se suicida, y parece el curso de acción que estamos tomando los occidentales.

3 comentarios:

Colotordoc dijo...

Hola Thaelman:

Interesante escrito, como siempre los tuyos.
Soy Católico, no practicante, pero católico al fin y al cabo. Fui criado en una familia con esos valores.
Nunca pongo en duda la existencia de Dios. Si pongo en duda a quienes se dicen estar más cerca de Dios (La Iglesia Católica).
Solo puedo criticar lo que conozco. No puedo hacerlo con las otras religiones, básicamente por que tengo poco contacto o casi ninguno (tengo muchos amigos judios que tambien critican su religión).
Lamentablemente a veces, los fanáticos católicos entienden las criticas como ataques a la Iglesia, cuando realmente el enemigo es ese fanatismo puro y duro que no entiende de razones. Cuando se dice que se debe modernizar la iglesia, les impresiona que se acabará con lo anterior, cuando solo es intentar mejorar lo actual. Obviamente los cambios pueden ser para peor, pero nunca lo sabremos sino los hacemos.
El cambio trae miedo. Miedo a pederlo todo, incluso la influencia social.....

Saludos amigo

Thaelman dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Thaelman dijo...

Compañero Manuel,

Es cierto; el fanatismo daña mucho la imágen de una religión. Pero peor aún, tergibersa su mensaje hasta confundir sus valores completamente.

También es cierto que vivimos en una época en la que se duda de la estructura, especialmente la de la Iglesia, heredera de una tradición extremadamente antigua. Sin embago, aunque yo tiendo a entender por completo las críticas contemporáneas que se le hacen, yo tiendo a dar mi visto bueno a esa tradición. Primero por la abrumadora diferencia de sus casi dos mil años contra mis poco más de 23. Yo fui ateo y nihilista en un tiempo, mi adolecencia, y mi converción al cristianismo fue producto, como se dice en teología, de una revelación (que casi siempre es personal). Desde entonces he comprendido el papel que juega la Iglesia. En muchos aspectos muy conservadora, pero pienso que somos personas libres para establecer nosotros mismos el balance entre nuestra opinión y las exigencias de esa tradición de dos mil años de antigüedad.

Por último, yo tiendo a ser muy autocrítico. Prefiero reconocer mis errores antes de los de la Iglesia. Reflexiono mucho sobre esto. Hay personas que por sí solas pueden mantenerse siendo buenos cristianos, gente con mucha fortaleza. Pero hay otros que necesitan de la guía de la estructura, y allí es donde cumple su función más importante.

Si bien tiendo a darle bienvenida a varias críticas que se le hace a nuestra Iglesia, por otro lado prefiero confiar en su sabiduría antes de darle la espalda. Por ejemplo, soy un asiduo defensor del Papa Benedicto en contra de muchas calumnias injustas con las que la izquierda nihilista lo agrede.

Un fraternal saludo.